jueves, 28 de abril de 2011

Microrrelatos en la Feria de León

Querido amigo, he hecho esta carta más larga de lo usual porque no tengo tiempo para hacer una más corta”, afirmó el filósofo y escritor francés Blaise Pascal en el siglo XVII. Una frase célebre que invita a pensar en la capacidad de sintetizar la información, su relación con los procesos creativos y -sobre todo- la necesidad de concisión que especialmente sentimos hoy en día.
Dentro del programa de la Feria del Libro de León, el próximo lunes 2 de mayo, a las 18:00 horas en el Salón de Reyes del Ayuntamiento (Plaza de San Marcelo), presentaré un libro repleto de relatos mágicos, entrañables, sorprendentes… y por supuesto breves: Microantología del Microrrelato II, de Ediciones Irreverentes. De entre los casi 80 autores que participamos en esta recopilación, destacan escritores clásicos -como Chejov, Wilde o Proust-, contemporáneos -Alonso de Santos, Sánchez Dragó y Vázquez Rial, entre otros- o noveles con un futuro prometedor.
En la actualidad el microrrelato cuenta cada vez con más lectores al haberse reconocido las ventajas que presenta: entretienen a cualquier hora, se leen con rapidez, hacen pensar, sonreír o llorar, permiten desarrollar habilidades, invitan a la reflexión… Y es que como dijo el argentino David Lagmanovich, esos microrrelatos son “cuentos concentrados al máximo, bellos como teoremas que ponen a prueba nuestras maneras rutinarias de leer”.

sábado, 23 de abril de 2011

En el Día del Libro

En una fecha tan emotiva y en la semana en que este blog ha alcanzado los 50 seguidores, vaya mi felicitación a escritores, editores, libreros, agentes literarios, distribuidores, traductores, dibujantes, encuadernadores y ese largísimo etcétera de personas que le dan vida a un libro. Sin olvidar, por supuesto, a la más importante de todas ellas: su lector.
Tras estos días de vacaciones -siempre merecidas, siempre necesarias- nos seguiremos leyendo, haciendo nuestro aquel proverbio hindú: Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.

jueves, 14 de abril de 2011

Una reseña deliciosa

Mis amigas Anabel y Ana adoran el cuento, habiendo organizado distintos cursos de cuentoterapia que han resultado sumamente interesantes. Entre ambas dirigen también el portal literario AventArte, al que llenan de esa magia de la Literatura y al que desde estas líneas os invito a participar. Ayer tuvieron el detalle de comentar mi libro Mi planeta de chocolate cuya reseña y enlace os adjunto: http://aventarte.wordpress.com/2011/04/13/mi-planeta-de-chocolate/#comments Me encanta que su lectura os haya encantado, un millón de gracias por compartirlo y, como siempre decimos los cuentistas, que nos sigamos contando.

Me ha costado, pero no me ha quedado otro remedio que aceptar que se había terminado el libro Mi planeta de chocolate de Manuel Cortés Blanco. Todavía resistiéndome a cerrarlo, he buscado entre esas últimas páginas que acompañan a los libros y que nos cuentan en qué año se terminó de imprimir, nos hacen una relación de los capítulos en un índice y tal y tal, por si aparecía algo que se me había escapado y podía alargar un poquito más esa sensación de dulzura y de serenidad que me ha acompañado en su lectura. Aún he tenido suerte y he encontrado una sincera página de agradecimientos (Manuel es un hombre agradecido) y también la he leído despacito, muy despacito, al igual que después de haber comido chocolate, paseamos golosamente la lengua entre los dientes esperando encontrar algún trocito que se ha salvado de ser engullido en el primer momento de gula y que hace que perdure un poco más el recuerdo de su sabor en la boca.
A mi me atrapó la historia de Benito Expósito Expósito, que, como podéis deducir por sus apellidos, es un niño doblemente abandonado. Me admiró su capacidad de adaptarse a las circunstancias nuevas sin olvidar de dónde viene y teniendo siempre en su recuerdo a aquellas personas que, con mayor o menor acierto, le han hecho de padres y madres a lo largo de su camino (otro niño agradecido).
Con el permiso de Manuel y de Benito, he guardado dentro de mi corazón, para tenerla siempre a mano, la frase con la que Maese Tarsicio aconseja al niño, y que se convertirá para él en la principal máxima de su vida: Cuando tengas que elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.
Con frecuencia, olvidamos que a la hora de elegir entre dos opciones debería primar la que nos ilusione, la que nos haga soñar, aquella hacia la que marca esa brújula interna que conoce el camino de la felicidad. Y Manuel nos lo recuerda. A la vez que nos cuenta las aventuras de Benito, se va mostrando él mismo, a corazón abierto y sus reflexiones acompañan al niño en toda su andadura, como queriendo paliar ese abandono al que Benito se ve sometido desde que nace; acunando al niño interior que todos llevamos dentro y cuyo principal miedo a lo largo de su existencia es el abandono.
Por mi parte, a partir de ahora, si debo elegir entre recordar u olvidar para no sufrir por añorar lo perdido, entre soñar o negarme a hacerlo por el miedo a que se rompan mis sueños…Voy a guardar muy cerquita de mi este trocito de Mi planeta de chocolate, que os adjunto. Para que no se me olvide.
“La memoria se convierte en esa despensa que llenamos con vivencias, vividas o no, para constatar que hubo un tiempo en que fuimos felices. Al igual que la rebeldía se erige en patrimonio del joven, los recuerdos consolidan un derecho del adulto. Y es que cuando algo importante nos ocurre, ocultarlo equivale a mentir.
En esa despensa persiste el derecho de admisión. Y desde su ejercicio, diluimos en la anécdota aquellos pasajes que puedan dañarnos, embelleciendo los hechos en su narración.
Además, hay muchas cosas que únicamente entiendes cuando las repasas, no cuando sucedieron. Los años aportan esa perspectiva que permite ver el bosque sin que lo tape su arbolado. Desde mi madurez he perdonado a quien nunca perdonaría, he aprendido que lo importante en un baile es bailar y no quejarse de que te pisan, he mirado atrás sin dejar de mirar hacia delante. Absolví tantos errores, conviví con mis pecados. Incluso me he cerciorado de que el día en que la vida pase cuentas, no le pueda pagar...”

lunes, 11 de abril de 2011

Cómo escribo, por Italo Calvino

Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.
Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo.
Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.
Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero.

martes, 5 de abril de 2011

Una semana de cuentos

Esta semana estoy participando en distintas actividades formativas para maestros y profesores en torno al cuento, bajo la coordinación del Centro de Formación e Innovación Educativa (CFIE) de León. Compartir experiencias con estos docentes respecto al poder de la palabra en el aula, la importancia del lenguaje no verbal y el encanto de esa frase mágica Había una vez… está resultando de lo más interesante.
Paralelamente, en estos días el Periódico Irreverentes ha publicado un artículo mío sobre la importancia del cuento en la transmisión de valores para el adolescente, y en el portal literario Anika entre libros ha salido editada una reseña sobre mi libro Mi planeta de chocolate -un cuento largo al fin y al cabo- realizada por una escritora muy recomendable: Mercedes Pinto.
En definitiva otra semana para hacer buena la frase de ese cuentista noruego llamado Jostein Gaarder: No necesitamos aprender a respirar. No necesitamos recordarle a nuestros corazones que deben latir. Tampoco necesitamos aprender a escuchar buenos cuentos y mucho menos a contarlos nosotros mismos. El cuento es una forma de comprensión característica de los seres humanos y, como tal, prevalece sobre toda diferencia cultural.

viernes, 1 de abril de 2011

Sobre los orígenes del paraguas

La historia del paraguas está llena de personas, vivencias y cuentos. Imaginado por los chinos hace milenios fue considerado en su origen un elemento de distinción que utilizaban los poderosos para protegerse de la lluvia. Cuenta una leyenda que fue creado por la esposa de algún célebre carpintero.
- Tú construyes casas de grandes tejados -le dijo a su marido- pero que no se pueden mover. Yo en cambio he hecho una con estos telares a modo de tejadillo, pudiéndome desplazar donde quiera.
Detrás de todo hombre hay siempre una mujer dispuesta a ir más allá.

Nota: Fragmento perteneciente a la que será mi nueva novela, Siete paraguas al sol.