lunes, 30 de enero de 2017

En la Asociación Asociaconca

Mañana martes, último día de enero, a partir de las 18:45 horas, tendré un encuentro literario con los miembros del Club de Lectura de la Asociación Asociaconca (Trobajo del Camino, León), que han leído mi libro Catorce lunas llenas. Será en el salón de actos de la UNED. Allí estaré abierto a cualquier pregunta o comentario que quieran hacerme, reservando para el final alguno de mis cuentos.

martes, 24 de enero de 2017

Sobre la amistad

Existen personas que tienen hábito de mal estudiante: responden con un tema distinto al que se le pregunta. Las hay con hábito de mal frutero: ofrecen el género bueno por delante, pero te acaban vendiendo el que esconden por detrás. Otras con hábito de mal taxista: se pierden en rodeos sin sentido. Algunas tienen hábitos de jefe suspicaz: te esfuerces lo que te esfuerces, siempre podrías haber hecho más… Y por supuesto existen los amigos, con el hábito único de estar a tu lado cada vez que los precisas.
Este afecto personal ha sido reconocido como un valor inherente al Hombre, a su condición de ser social… sin depender de tiempos ni espacios, sin que importe quién llamó primero. No en vano, los filósofos griegos lo consideraban un regalo divino. Uno de sus signos identificativos no reside tanto en la capacidad de compartir alegrías con el otro, como en no sentir envidia ante ellas. También, en el hecho de decirle libremente cuanto piensas, a sabiendas de que nunca se enfadará. Porque con los años, irás perdiendo cosas… pero nunca perderemos a quien nos aprecia de verdad.

P.D.: Párrafo perteneciente al relato titulado Un conejo en la Luna, incluido en mi libro Catorce lunas llenas.

jueves, 19 de enero de 2017

La subida de la luz

Hace unos días estuve visitando a una familia a la que el año pasado le cortaron dos veces la luz por haberse retrasado en el abono de su factura. Es una familia de cuatro miembros -dos de ellos, menores-, tan normal o no como podría ser la mía. Son realmente honrados, pagan sus impuestos -incluso con unos recargos abusivos cada vez que se demoran-, procuran ser felices en su sencilla cotidianidad... Mas tienen un negocio en el que invirtieron mucho, y en estos momentos ni resulta rentable ni pueden dejarlo.
Atrapados en ese callejón sin salida, acumulan demasiada deuda y, paradójicamente, no disponen de ayudas más allá de la nuestra. Cada vez que hemos ido a alguna institución a solicitarla nos contestan que teniendo trabajo -aunque sea deficitario- e ingresos -aunque sean los que son- no les corresponde.
La última vez que les cortaron la luz estuvieron casi una semana alumbrándose con velas. Por suerte era verano, si bien por ello se les estropeó la comida que guardaban en la nevera. A pesar de tener mil seguros impuestos por el préstamo hipotecario, su póliza no les cubrió. 
El día de mi última visita comprobé que solo lucía una bombilla en cada habitación. Las demás las habían quitado para reducir gastos.
Ayer, cuando supe lo que había subido la luz en pleno invierno -el coste actual del megavatio hora supera en un 33% al de hace un año- me acordé de ellos. Hice al amago de llamarles por teléfono, pero descubrí que no sabría qué decir... Y es que, tristemente, sigue habiendo realidades que me dejan sin palabras.

martes, 17 de enero de 2017

Lunas en Anantapur

De entre todos los rincones del mundo en el que tienen algún ejemplar de mis libros, hay uno por el que me siento especialmente feliz: la Fundación Vicente Ferrer, en Anantapur (India). Mis amigos Rocío y Javier se han encargado siempre de hacérselos llegar de una u otra manera a Anna, Presidenta y Directora ejecutiva de esta ONG de desarrollo.
Conociéndoles, con mis últimas Catorce lunas llenas no podían hacer una excepción, máxime cuando incluye un relato completo dedicado a la labor tan encomiable que se realiza desde esta Fundación. Y así, aprovechando que otro amigo suyo va a participar allí en la II Anantapur Ultramarathon 2017, con fines solidarios, han conseguido que acceda a llevarles un ejemplar dedicado.
Dándoles a todos mis gracias más sinceras, releo en este libro una cita que hago mía del propio Vicente: "La pobreza no está solo para entenderla, sino para solucionarla".
A quien sueña así, la Providencia nunca le dará la espalda.

viernes, 13 de enero de 2017

Por amor al cuento

Los cuentos forman parte de mi vida. Nací con ellos, fui niño por ellos, soy la persona que soy gracias a ellos. Sean propios o prestados, siempre han estado conmigo, en lo mejor y en lo menos bueno. Despedí a mis padres leyéndoles un relato, conocí a mi mujer por haber escrito otro, dormimos cada noche a nuestro hijo con la historia más bonita que resuma ese día… Procuré que mis personajes no perdieran nunca los papeles, la cabeza ni el sentido del humor; que nadie les arrebatase el derecho a su intimidad; e incluso admito abiertamente que alguno era de relleno… ¡pero ellos lo sabían! Ideé aquel sastre que pertenecía a un coro, para quien todo en la vida era coser y cantar… Ese camionero que siempre pasaba frío; lo suyo fue carretera y manta… Un impresor de libros, tan absorto en su trabajo, que llegó a sudar tinta… Lunáticos de sol a sol, inocentes demasiado cerca de la escena del crimen, estrechos que camparon a sus anchas, corazones solitarios haciéndose compañía, respuestas en caliente que te dejan helado, abstemios embriagados de añoranzas… Aquella psiquiatra gafe, siempre con prisas por llegar tarde, que habita en el número trece de la calle de la Nostalgia… E incluso ese paciente suyo, tan enganchado al juego, que su gato se llama Bingo, su perro Cuponazo y su mujer Primitiva. Será que todo el mundo tiene alguna adicción; solo es cuestión de saberla encontrar.
He sido cuentacuentos en todas las esquinas que he doblado: en la planta de Pediatría de un hospital, en tantas residencias para personas mayores, con los internos de un módulo penitenciario, en los barracones de aquel campo de refugiados, ante cien chiquillos en esa guardería, frente a mil alumnos de bachillerato, junto a mis colegas universitarios en las bodas de plata de la promoción, a solas conmigo mismo… En cada una de esas vivencias, como gotas de lluvia que te calan, he acabado empapado por su sabiduría. Porque en los cuentos, como en la vida, unas veces se gana y otras –las más- se aprende.

Nota: Párrafo incluido en mi libro Catorce lunas llenas.