domingo, 28 de noviembre de 2021

Un fin de semana como otro cualquiera

Este fin de semana lo hemos aprovechado para montar en casa nuestro árbol de Navidad. A ocho manos y con música de fondo, le pusimos luces, bolas plateadas, detalles de todo tipo... Incluso el paisaje quiso sumarse a la estampa, regalándonos un tiempo cargado de nieves. 
Como el frío apremia fuera, después de degustar otra pizza calentita, celebramos lo bien que nos quedaron los adornos disfrutando una película de aventuras. Dado que este curso ha empezado a jugarlo, nuestra Sirenita nos retó luego a una partida de ajedrez. Era la primera que me hacía, pues hasta ahora sus clases se limitaron a mover los peones hacia delante o sus alfiles en diagonal. Y entre tanto entusiasmo, los consejos de su hermano sobre el llamado jaque pastor y algún despiste mío consentido, podemos anunciar que debutó con victoria. Se alegró mucho; quizá demasiado. No cabe duda de que en todo proceso educativo, además de a jugar, hemos de enseñarles a saber ganar.
Y empezamos a escribir nuestras postales de Navidad. A ser posible a lápiz sobre tarjeta, con algún dibujo incluido; que en estos tiempos tan digitalizados, cada vez valoramos más aquello que se hace a mano poniéndole corazón. 
Esa cena mexicana, algún partido de fútbol televisado, otro de balonmano suspendido, aquel chocolate con churros... En definitiva, un fin de semana como otro cualquiera, haciendo lo que siempre procuramos: compartir.

sábado, 27 de noviembre de 2021

En el lugar donde suceden los milagros

A menudo pienso que tengo mayor proporción de niño que de adulto. De hecho, en lo que va de año, he acudido más veces a un circo que al consultorio médico. Y es que, concretamente ayer, asistí al tercer espectáculo circense en este complicado 2021. Acudimos junto a nuestros hijos y unos amigos a la propuesta del Stellar Circus llamada Somnia. Reconozco que su puesta en escena nos fascinó, nos llenó de ese encanto que derrochan las sonrisas, nos emocionó su historia adornada de Música... Incluso cuando aquel equilibrista cayó accidentalmente al saltar sobre su cuerda, siendo capaz de reponerse para completar otro más difícil todavía.
Hadas, faunos, unicornios, acróbatas, payasos... Alguno de mis personajes literarios afirmó en cierto renglón que circo es el lugar donde suceden los milagros. Ayer asistimos de nuevo a ese de descubrir que la Magia -siempre, siempre- empieza contigo.

jueves, 25 de noviembre de 2021

Del Vignemale y otros derechos

Nos ocurrió en el siglo pasado durante la subida al Vignemale -3.298 metros de altitud-, la cumbre más alta del Pirineo francés. Luce el sol. A mitad de la ascensión, nuestro equipo de montañeros aragoneses se topó con otro equipo bretón en el que uno de sus miembros se había precipitado desde una altura indeterminada. En mi condición de médico, le exploré e intuí que presentaba una fractura de tibia. Así se lo hice saber. Inmovilizamos su pierna lesionada y les propuse avisar a un helicóptero de emergencias, a fin de que procedieran a su evacuación. Desde un punto de vista sanitario parecía lo indicado. Sin embargo, ninguno de ellos quiso, bajo el argumento de que no disponían de seguro y en tales condiciones deberían abonar ese servicio. Así que, formando una especie de sillita de la reina y bajando poco a poco a su compañero accidentado, ellos mismos realizaron el traslado.
Por otro lado, nos sucedió después del confinamiento durante una excursión senderista por la montaña leonesa -1.500 metros de altitud-. Reina la niebla. Durante nuestra ruta familiar, encontramos a tres personas juntas, una de las cuales se ha torcido su tobillo al saltar alguna acequia. Me presento como médico, procedo a su exploración y le diagnostico un esguince leve -a lo sumo moderado- en su articulación. Como suelo hacer en mi praxis asistencial, le recomiendo lo mismo que en tal caso recomendaría a nuestros hijos: que al no ser excesiva la distancia ni el terreno abrupto, vuelvan sobre sus pasos andando poco a poco, con apoyos y sin forzar, hasta alcanzar su coche. Luego, por precaución, que acudan a algún centro sanitario para otra valoración. Su propia bota haría de fijador. 
Entonces, el más mayor sugiere:
- ¡Y si llamamos a un helicóptero para que le evacúen!
Yo les explico que, en mi opinión, su lesión no es tan grave como para eso, que con cuidado podría deambular... Además -desde la experiencia de acumular cientos de horas como médico de vuelo-, movilizar cualquier aeronave de emergencias, con su personal, en esas condiciones de escasa visibilidad podría resultar peligroso.
- ¡Pero a mí me duele! -insistió la persona herida.
- ¡A fin y al cabo, solo reclamamos nuestro derecho! -replicó el más joven.
A pesar de mis argumentos repetidos, decidieron avisar por su cuenta al Servicio 112, desde el cual acabaron movilizando al referido recurso. De hecho, mientras seguíamos por la senda, le vimos dar mil vueltas tratando de aterrizar... Al día siguiente leeríamos tal noticia en la prensa local: Rescate de riesgo a una montañera accidentada... Podía haber sucedido algo. Y es que el verdadero riesgo estuvo en la meteorología. 
Al vivir esta experiencia revivo aquella del Pirineo francés. Quien realmente lo necesitaba -allí a falta de seguro- no lo quiso por si debía pagarlo... y quien no -aquí, eso sí, sabiendo que era gratuito-, lo demandó aireadamente pues le parecía de justicia.
Como expusiera Nelson Mandela, privar a los seres humanos de sus derechos es poner en tela de juicio su propia humanidad. Totalmente de acuerdo. La consolidación de muchos de esos logros nos ha costado demasiado como para dar ningún paso atrás. Lo malo viene cuando -quizá de manera inconsciente- anteponemos nuestro ego y acabamos abusando de ellos.

lunes, 22 de noviembre de 2021

En el día de Santa Cecilia, patrona de los Músicos

Alguien afirmó que los músicos derrochan excentricidades. Si miramos a la época clásica, cuentan que Mozart odiaba la flauta, que un Beethoven arisco y solitario encontraba inspiración en sus largos paseos por el campo, que Rossini escribió el aria Di tanti palpiti mientras esperaba que le sirvieran un risotto en cierto restaurante veneciano, que Franz Liszt recibió tantas solicitudes de trenzas de su cabello que acabó comprando un perro y enviando en su lugar trozos de uñas... Si nos referimos a la era contemporánea, Madonna acostumbra a llenar su camerino de flores con un tallo que mide exactamente 15 centímetros, Michael Jackson adquirió cierta cámara hiperbárica a fin de conservar su juventud, Elton John gusta de ver cualquier partido de fútbol antes de sus conciertos, Jennifer López -además de viajar con sábanas propias- exige que su mobiliario sea completamente blanco, Christina Aguilera presume de pasar los domingos desnuda sin salir de casa, los Rolling Stones viajan durante sus giras con sus muebles -incluyendo una mesa de ping pong-... E incluso el gran Frank Sinatra escribió en su testamento que cuando muriera pusiesen dentro de su ataúd una botella de whisky.  
En mi caso, aun reconociendo que entre parientes y amigos son muchos, cada músico que pone acordes a mi vida lo que realmente derrocha es cercanía, vitalismo, sensibilidad y montones de valores positivos. Desde el piano al trombón, pasando por todas las notas del pentagrama. Por ello, en este día de Santa Cecilia, su patrona, quisiera darles las gracias y felicitarles de corazón, a sabiendas de que -como asegurase en cierto renglón alguno de los personajes de mis cuentos- la Música, su Música, es el arte de acariciar nuestra alma. Y también desde la convicción de que, atendiendo a mis muchas excentricidades -desde practicar plogging hasta componer palíndromos-, seguramente yo habría tenido plena cabida entre ellos.

sábado, 20 de noviembre de 2021

La paradoja de las estufas exteriores

Cuando menos el mensaje resulta disonante: manifestaciones multitudinarias para que los países reduzcan drásticamente la emisión de gases con efecto invernadero, al tiempo que la facturación en estufas exteriores que tantos generan por parte de bares y restaurantes se incrementa en España en más de un 50% respecto al año pasado. Incongruente que reclamemos a nuestros gobiernos otra política climática más eficiente, a la vez que respaldamos un sistema de calefacción que desde el punto de vista meramente energético supone un derroche insostenible. Contradictorio que haya ciudades europeas -la francesa Rennes fue la primera- en la que tanto público como hosteleros o autoridades acuerden conjuntamente la prohibición de estufas de exterior, y que solo para Madrid se calcule que estos artefactos vierten unas 17.000 toneladas de CO2 al año. Extraño que -a fin de no contaminar- en muchos establecimientos de Copenhague, Oslo y otras ciudades escandinavas se apueste por los llamados abrigos de calle o estufas portátiles de biomasa -que en vez de calentar el aire, lo hacen directamente a las personas-, y que en la cafetería que hay justo debajo de mi casa sus cuatro calentadores de gas estén prendidos todo el día, sin ningún tipo de control. Discordante que se enciendan incluso en verano como reclamo nocturno, que se enciendan por sistema, que se enciendan sin que haya clientes... que se enciendan sin apenas regulación. Y lo más paradójico de todo es que antepongamos así nuestro derecho a estar calentitos fuera -que en ningún caso niego, sino para el que reclamo un uso eficiente- a nuestro deber de cuidar este planeta
A pesar de que mi amigo Nicasio nos recomienda que deje el tema por considerarlo otra batalla perdida, seguiré mostrando tal extrañeza por tanta incoherencia. A fin de cuentas, parafraseando al genial Rousseau, prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios

jueves, 18 de noviembre de 2021

Nuestros bolígrafos BIC

Evidentemente vivimos en un mundo invadido por la tecnología. Hay cierta tienda al lado de nuestra casa -que casualmente entrega productos comprados on line desde algunas plataformas- en la que solo puedes guardar fila si descargas su código de barras, hoteles que únicamente admiten reservas a través de su página web, ejercicios del colegio que no hay otra manera de entregar que mediante su classroom virtual. Como diría mi amigo Nicasio, eso es una realidad que debemos asumir porque así será la realidad del futuro.
En principio, y a pesar de los posibles efectos secundarios que en ella diagnostique, tampoco se lo discuto. Los tiempos cambian y nosotros debemos cambiar con ellos. Lo que a mí más me preocupa es que en esa exaltación a las nuevas tecnologías -aunque ahora mismo resulta más nuevo un boli BIC que cualquier ordenador- olvidemos cultivar facetas de la vida tan importantes como la gestión de nuestras emociones, escribir textos a mano, modelar arcilla, respetar la Naturaleza o el propio proceso comunicativo.
Por poner algún ejemplo, el pasado fin de semana asistí a una interacción vía chat entre nuestro Principito y un compañero suyo del equipo de balonmano -según todos, otro as en el manejo del Brawl Stars-, a propósito del resultado de su último partido:
- ¿Cómo has quedado? -preguntaba mi hijo.
- ¡Palizón! -le respondía en un escueto mensaje plagado de emoticones, incluidas dos ranas y la bandera de Brasil.
- Pero, ¿habéis ganado o habéis perdido? -insistió.
-¡Sí, de veinte! -esta vez junto a un meme imposible de interpretar.
Sea como fuere, después de dos preguntas seguíamos sin saber si en verdad había salido victorioso o derrotado. De manera que planteamos una tercera:
- Entonces, ¿ganasteis?
En esta ocasión su respuesta consistió en una presentación con varios fuegos artificiales expandidos por la pantalla que traducimos por un simple ¡sí!
Porque uno de los riesgos principales que atribuimos a tanta robótica asienta precisamente en eso: en que -acostumbrados a competir ante tales píxeles- no recordemos que el destinatario último de nuestra comunicación será siempre una persona. De ahí que, al menos en casa y procurando evitar esos olvidos, sigamos manejando simultáneamente nuestros bolígrafos BIC.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Justos por pecadores

No hace tanto tiempo -aunque al ocurrir antes de aquel confinamiento parezca una eternidad- asistí como espectador a cierta exhibición de gimnasia rítmica. En ella actuaba la hija de unos amigos y habíamos quedado en acompañarles en tal evento. Acudíamos gustosos.
El acto discurría con normalidad hasta que, justamente a la hora prevista, se disponía a salir el grupo de ocho niñas en las que actuaba aquella pequeña. En un principio, a pesar de su anuncio repetido, no aparecía nadie. Algún murmullo comenzó a propagarse por la grada. Y entonces, micrófono en mano, su entrenadora salió diciendo lo siguiente:
- Hace media hora nos llamó la mamá de una de estas gimnastas para comunicarme que, por el motivo que fuera, su hija se había portado mal y le había castigado con que no participara en esta actuación. De manera que siendo un número grupal, en el que cada miembro resulta imprescindible, no lo podemos hacer.
Un ¡oh! de lo más sorpresivo apagó por un instante su voz entrecortada. Sin embargo, prosiguió:
- Les ruego, por favor, que no castiguen a sus hijos y a nadie con consecuencias así, que repercutan sobre terceros que carecen de cualquier culpa. En ese correctivo, seguramente sin saberlo ni quererlo, esa madre ha castigado también a otras siete chiquillas que desbordan ilusión por actuar... Y de paso, a todos ustedes que no las podrán ver. ¡Que nunca paguen justos por pecadores!
Y sintiéndolo mucho, despidiéndose dando mil gracias, se marchó. Todavía recuerdo la decepción en el rostro de nuestros amigos.
Aun ahora, otra eternidad después, remiro aquella experiencia y procuro aplicarla en nuestra vida diaria. Tal vez porque, parafraseando al célebre Pitágoras, educando a los niños bien -y poniéndoles consecuencias bien- no será necesario castigar a los mayores.

martes, 9 de noviembre de 2021

Manolo, el de los 14

Jenaro, el de los 14
es una película española de los años setenta, dirigida por ese genio de la comedia llamado Mariano Ozores. Protagonizada por Alfredo Landa, su argumento versa en torno a un humilde pregonero a quien cierto domingo le cambia la vida tras ganar varios millones acertando los catorce signos de la quiniela de fútbol.
Hace apenas tres jornadas, junto a esa peña de amigos con la que acostumbro a compartir, estuvimos a puntito de vivir una experiencia similar. Porque al comprobar nuestro boleto, constatamos que habíamos cuadrado todos los pronósticos, si bien al fallar el denominado pleno al quince resultó imposible acceder a ese bote acumulado de tres millones de euros. Y eso que anduvimos tan cerca que si el delantero centro del Cádiz llega a marcar gol contra el Español en esa última jugada, nos lo habríamos llevado. A veces la suerte, para bien o para mal, pasea a escasos centímetros de nuestra portería.
Aun así, siendo tantos a repartir, pillamos un aguinaldo anticipado que nos ha llenado a todos de alegría. Incluso otro amigo de vida me felicitó con simpatía apodándome Manolo, el de los 14. Bueno, ¡alegría para todos menos para uno!, pues ahí sigue algún peñista anclado en aquel error del delantero, lamentándose de lo cerca que estuvimos de un gran premio y quejándose por ello de su mala fortuna. De nada le sirve nuestro consuelo, ni el aliento para que valore ese pellizco que nos ha caído del cielo.
Ciertamente, vuelve a ser aquello del vaso medio lleno o medio vacío. Y es que, como acabaría descubriendo aquel Jenaro de la película, cada vez estoy más convencido de que la suerte no está en lo que nos pasa... sino en cómo lo vivimos.

lunes, 8 de noviembre de 2021

El verbo Voluntariar

Como socio de base del Teléfono de la Esperanza recibo periódicamente su revista A Vivir; una publicación de lo más interesante, con artículos actuales, oportunos y entretenidos que nos ayudan a tomar perspectiva en estos tiempos tan marcados por las prisas. En su número de otoño aborda asuntos de primer orden como el de esa plaga oculta llamada suicidio, nuestra salud emocional o la situación de los jóvenes ante cualquier crisis.
Entre sus noticias más relevantes se encuentra la del premio que esta asociación ha otorgado al psiquiatra Luis Rojas-Marcos por su trabajo en favor de la salud mental y su compromiso con los más desfavorecidos. Sin duda, totalmente merecido. De hecho, además de admirar su labor humana y profesional, me he sumado a su petición realizada a la Real Academia de la Lengua para que acepte en nuestro vocabulario el verbo voluntariar, tal y como existe en otros idiomas -por ejemplo, en inglés con voluntee-. El propio Rojas-Marcos ha esgrimido en multitud de ocasiones las ventajas de conjugar tal infinitivo, a sabiendas de que la persona que realiza una hora de voluntariado a la semana, duerme mejor, tiene menos ansiedad y abusa menos del alcohol... O como aseguraría cualquiera de los personajes de mis cuentos, ejercer de voluntario constituye un auténtico búmeran: cuanto tú das, te acabará volviendo con creces.

domingo, 7 de noviembre de 2021

50º aniversario del Club de Atletismo Scorpio71

Si el Balonmano fue el deporte de mi infancia, el Atletismo lo sería de mi juventud. De hecho, lo practiqué federado durante varias temporadas en los clubs Real Zaragoza -entrenado por el inolvidable Enrique Lope- y en la Peña Zoiti de Huesca -bajo la batuta de ese entrenador, también extraordinario, llamado Pedro Millán-. Hice medio fondo primero y marcha atlética después, si bien he de admitir que mis marcas apenas pasaron de discretas. A lo más que llegué fue a conseguir un campeonato universitario de 10 kilómetros marcha -en Zaragoza- y a hacer mínima para el campeonato nacional en esa misma modalidad -al que acudiría, en Santiago de Compostela-.
Sin embargo, los principales trofeos que guardo de aquella etapa no están en ninguna vitrina, sino entre mis recuerdos. Durante esos años lo pasé sencillamente genial, asumí tantísimos valores que transmite este deporte, conocí a personas estupendas que aún conservo como amigas... Muchas de ellas integrantes de aquel club de amarillo, llamado Scorpio71, contra las que a veces competíamos sobre el tartán, para acabar siempre luego como aliados. De hecho, en sus participaciones en tantas ligas, les animábamos desde la grada para que llegaran lo más lejos posible.
Esta misma semana, el Club de Atletismo Alcampo-Scorpio71 ha cumplido cincuenta años. Medio siglo de vida siendo referencia de este deporte tan lleno de magia, habiendo contado en sus filas con atletas olímpicos como Esther Lahoz o Carlos Mayo, entre otros muchos. Quizá por ello, en la actualidad tenga a sus dos equipos -masculino y femenino- en la élite del panorama español, aglutinando a más de 400 atletas en categorías superiores y a centenares de niños en su escuela de atletismo.
Scorpiones: mil gracias por todo y felicidades de corazón en estas, vuestras bodas de oro. ¡A por los próximos cincuenta! Entre tanto, nos seguiremos contando en las pistas.

sábado, 6 de noviembre de 2021

En otro paseo con Nicasio

Las mañanas de sábado -siempre con permiso de los partidos de balonmano del Principito- suelen ser un momento inmejorable para pasear por la ribera del Bernesga junto a mi amigo Nicasio.
De entre los muchos temas que abordamos para tratar de arreglar nuestro mundo, hoy comenzamos con lo caro que se ha puesto vivir. Solo en octubre, la inflación se disparó casi un 6% respecto al año pasado. ¡Y qué decir del precio de la luz, de la gasolina, de demasiados productos básicos! Nicasio reconoce que, a fin de aminorar costes, se está convirtiendo en una especie nocturna. Así, procura sobrevivir a medio gas hasta las doce de la noche, poniendo su lavadora de madrugada, volviendo más tarde a casa para gastar menos y llenando de avisos sus paredes para que cuando salga no quede ninguna bombilla encendida. ¡Al final va a llevar razón esa ministra que aseguró que si solo utilizamos la electricidad en el horario llamado valle acabaremos ahorrando dinero!
Luego sacamos el tema de la crisis climática. Nicasio es un negacionista al respecto. Cree simplemente que todo es una invención; que las imágenes del deshielo en la Antártida o Groenlandia están manipuladas, que el aumento global de la temperatura forma parte de los ciclos de la Naturaleza, que el ser humano no tiene nada que ver con tal deterioro... No cree que esas estufas de las terrazas sean tan contaminantes y tan ineficientes desde el punto de vista energético como afirma la Ciencia. Evidentemente, con independencia de nuestra amistad, en eso nunca estaremos de acuerdo. Basta con ver la cantidad de basura que nosotros mismos retiramos en esos paseos para constatar que, tristemente, todavía estamos muy verdes en educación medioambiental.
Por último, hablamos de los seguros de hogar vinculados a una hipoteca, a raíz de un pequeño siniestro que tuvimos en casa. Todo fueron facilidades para su contratación, todo han sido pegas para su cobertura. Tantas que, tras casi tres semanas de demora, al final decidimos que su arreglo corriera por nuestra cuenta. En eso estoy de acuerdo con Nicasio: vivimos en un mundo al revés. Hoy en día, los grandes almacenes financian tus compras, en vez de ser los bancos... esos mismos bancos te ofrecen seguros, en vez de ser las corredurías... Y acabamos depositando nuestra confianza en que vivir no nos salga tan caro en personas a quienes ha resultado demasiado barato llegar hasta donde están.
En fin, querido Nicasio... ¡Hasta el próximo paseo!

jueves, 4 de noviembre de 2021

En Enclave ODS del diario El Español

El diario digital El Español ha publicado estos días en su sección Enclave ODS un reportaje de la periodista María Cendrero que, bajo el título Más conciencia, menos compromiso: ¿tenemos la educación ambiental que realmente necesitamos? aborda la necesidad de los centros educativos para promover el acercamiento entre las personas y la Naturaleza. 
En él se recoge nuestra impresión al respecto y alguno de mis principios -simplemente abrazar un árbol es algo maravilloso-, así como el valor pedagógico que en este sentido concedo a cada cuento. No en vano mi último libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor), galardonado con el II Premio Liliput de Narrativa Joven, apunta irremediablemente en esa dirección.
Por si fuera de vuestro interés, adjunto el enlace a tal reportaje. Os sorprenderá.
https://www.elespanol.com/enclave-ods/historias/20211102/conciencia-compromiso-educacion-ambiental-realmente-necesitamos/622688382_0.html

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Su historia de amor

Érase una vez, durante algún guateque de domingo en esa ciudad bimilenaria, que cierta chica llamada Dorita y cierto muchacho de nombre Manolo se conocieron. Alguien dijo que les presentó una canción de ese tal Elvis, famoso por sus movimientos de cadera, si bien hay quien asegura que la música de fondo la pusieron realmente Los cinco latinos
Tras un breve garbeo por la pista y acompañados en todo momento por esa amiga Matilde que hizo las veces de carabina, ambos jóvenes compartieron charla, sonrisas, aquella limonada y otra promesa de verse en jueves, al ser ese el día en que ella libraba.
Dorita, cual mismísima Cenicienta, ni siquiera pudo cerrar el baile, pues debía regresar a la casa donde servía para preparar su cena. Manolo, cual mismísimo Peter Pan, quedó ensimismado ante tanta dulzura, como pidiéndole al mundo que se detuviera.
Y es que aquel tres de noviembre de hace tantos o tan pocos años, mamá y papá empezaron a escribir su cuento de vida... pues tal día como hoy se conocieron. De hecho, estarían de aniversario, y de seguro que nosotros junto a ellos. Uno al lado del otro, conjugando todos los verbos que riman con compañía. Así fue hasta el final. 
El poeta Néstor Hernández asegura entre versos que solo existe aquello que se recuerda. Y si nosotros seguimos recordando su historia de amor, será sencillamente porque sigue existiendo.