
A veces, el mismísimo Cupido impregna sus flechas de colonia repartiendo ilusiones a su antojo. Al igual que sus clientes, tiene predilección por las pócimas de amor. Él es quien dispara a los amantes, el que une a las parejas, el que desata tal aluvión de pasiones. Pero, también a veces, sus fórmulas escapan a la razón creando combinaciones difíciles de entender. Es por eso que no todas los atracciones resultan correspondidas, que hay compromisos tan desiguales, que algunos afectos acaban a destiempo, que no siempre dos sentimientos desembocan en acuerdo.
El Hombre toca a Dios cuando imagina. Viajar al paraíso a través de unas pupilas, hacer de la nada un mundo, perderme en el laberinto que lleva hasta ti.
No hay caminos para el amor, el amor es el camino. Y la creatividad, en cualquiera de sus formas, se erige en fonda para ese caminante.
Lo saben las jirafas, los elefantes, el ciempiés, el pez espada, los verdes y los violetas, el amar con amargura, la alquimia de la emoción. Tal vez por eso necesitemos imaginar.
Yo, como Cupido, también tengo predilección por las pociones de amor. Cada día estoy más convencida de que es contagioso y que a poco que dejas que su olor se esparza, recibes más y más. Además, creo que es el mejor antídoto contra el miedo, la tristeza, la inseguridad y tantas otras cosas...
ResponderEliminarUn abrazo. Anabel
Hola de nuevo Anabel:
ResponderEliminarSin duda son unas pócimas especiales... Y es que el amor es único porque todos nosotros somos diferentes.
Otro abrazo, mil sonrisas.
Abundo en lo comentado en el relato previo y me quedo con tu maravillosa frase:"no hay caminos para el amor, el amor es el camino".
ResponderEliminarUn abrazo un poco diferido Á