En principio, pensé que esa docena larga de personas querrían comentarme algo o adquirir alguno de esos libros que exponemos tras cada actuación... ¡mas en tal ocasión no era así! Los integrantes de esa cola fueron pasando uno a uno ante mí para darme las gracias por lo mucho que les había gustado -y en algún caso, también ayudado- cuanto yo les había contado. Incluso una de ellas -monitora de niños en cierto campamento de verano- me pidió que le diera un abrazo, pues casual o causalmente había asistido al cuentacuentos más emotivo de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario