 Empezaré esta reseña compartiendo un secreto: en ese mundo mágico de la Literatura hay personajes que de conocerse serían buenos amigos. De hecho, no tengo ninguna duda de que Josué (protagonista de la novela que acabo de terminar, La última vuelta del scaife) y Benito (actor principal de mi libro Mi planeta de chocolate) lo son. Los dos comparten un ideal que les permite sobreponerse a las adversidades que ofrece la vida, una sucesión de viajes que ponen el escenario a sus reflexiones, una colección de amigos que son sencillamente eso… amigos. Incluso una frase de fondo, referida respectivamente a un reloj y al chocolate, que dará coherencia a su destino. Y ambos se empecinan en algo en apariencia imposible: hacer realidad un sueño dentro de la pesadilla que les toca vivir.
Empezaré esta reseña compartiendo un secreto: en ese mundo mágico de la Literatura hay personajes que de conocerse serían buenos amigos. De hecho, no tengo ninguna duda de que Josué (protagonista de la novela que acabo de terminar, La última vuelta del scaife) y Benito (actor principal de mi libro Mi planeta de chocolate) lo son. Los dos comparten un ideal que les permite sobreponerse a las adversidades que ofrece la vida, una sucesión de viajes que ponen el escenario a sus reflexiones, una colección de amigos que son sencillamente eso… amigos. Incluso una frase de fondo, referida respectivamente a un reloj y al chocolate, que dará coherencia a su destino. Y ambos se empecinan en algo en apariencia imposible: hacer realidad un sueño dentro de la pesadilla que les toca vivir.En efecto, La última vuelta del scaife me ha parecido un libro tan interesante como cercano, pero no sólo por eso. Se trata de una novela muy bien documentada (tanto en el marco histórico como en lo referente a la cultura judía o africana), con un lenguaje fluido y cuidado, una trama atractiva salpicada de sorpresas que aun siguiendo su cauce no se cierra hasta el final, un ritmo acorde a ella (lento cuando el lector necesita una pausa, rápido si requiere avanzar) y unos personajes tan logrados que cualquiera podría ser el principal.
De entre ellos destacaría al judío Aarón, cabeza y protector de su familia, quien pretende ser libre frente a los dogmas tradicionales. Al himba Kuaima, víctima de una esclavitud descrita con maestría, que parte junto a su pueblo buscando la libertad. Al diplomático Carlos, empecinado por liberarse de los tapujos sociales. Al amor de una vida representado por Abigail… Y así, uno a uno, hasta llegar a Josué, el nexo de unión de todos pese a tantas diferencias. Un personaje que nos muestra sus dudas, sus debates filosóficos, sus sentimientos... sopesándolos abiertamente frente a los del resto de sus compañeros. Un joven embarcado en una aventura por Europa y África que acabará convirtiendo en un viaje a su interior. Un referente de los importantes hechos que en esos momentos está viviendo el mundo. Para terminar, casi sin darnos cuenta, cautivando con ello al lector, entreteniéndole e invitándole a reflexionar.
La última vuelta del scaife es también una apuesta literaria a favor de los valores, de esa ilusión, de tanta esperanza. La metáfora del diamante como vida, y las vueltas del scaife reflejando los cambios que la misma puede dar, resulta elocuente. Porque al final, como pretende demostrar la novela, todo lo que sucede nos va puliendo, va haciéndonos más persona… Sin olvidar que lo realmente importante es que en esa vuelta definitiva alcancemos de verdad nuestro objetivo.
No quisiera despedirme sin compartir otro secreto: en ese mundo entrañable de la Literatura, quien cree firmemente en un sueño lo acaba consiguiendo. Y me da que Josué, al igual que Mercedes escribiendo una historia tan hermosa, ha alcanzado uno de los suyos.
Nota: Mercedes Pinto estará estos días en Zaragoza participando en dos actos relacionados con su obra. Hoy jueves, a las 19:30 horas en la Biblioteca de Aragón, charla-coloquio a propósito de su novela, moderada por Julia Duce (portal literario Abretelibro). Mañana viernes, a esa misma hora en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, presentación del libro junto al escritor Santiago Morata.
 
 Hay quien piensa que en este universo literario no hay lugar para los cuentos. Así, en palabras del escritor José Javier Aleixandre, parece “un género maldito. Los editores se resisten a publicarlo porque consideran que no tiene lectores en España, lo cual abre y cierra un círculo vicioso”. Cierto es que como en toda verdad hay sonadas excepciones, y que apenas un puñado de autores acaparan la mayoría de las ventas. Pero ésa no parece la norma. Quizá por ello alguno de mis lectores insista tanto en que debo pasarme a la novela histórica, a sabiendas de que hoy en día es el género más demandado. Renovarse o morir.
Hay quien piensa que en este universo literario no hay lugar para los cuentos. Así, en palabras del escritor José Javier Aleixandre, parece “un género maldito. Los editores se resisten a publicarlo porque consideran que no tiene lectores en España, lo cual abre y cierra un círculo vicioso”. Cierto es que como en toda verdad hay sonadas excepciones, y que apenas un puñado de autores acaparan la mayoría de las ventas. Pero ésa no parece la norma. Quizá por ello alguno de mis lectores insista tanto en que debo pasarme a la novela histórica, a sabiendas de que hoy en día es el género más demandado. Renovarse o morir.
 La elección del 23 de abril como Día del libro procede de la coincidencia del fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en esa fecha del año 1616, aunque realmente no fuese en el mismo día. La de Shakespeare corresponde al calendario juliano (coincidente con el 3 de mayo del gregoriano) y Cervantes falleció el 22, siendo enterrado el 23. La propuesta fue presentada por la Unión Internacional de Editores a la UNESCO con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual, estando vigente desde 1996.
La elección del 23 de abril como Día del libro procede de la coincidencia del fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en esa fecha del año 1616, aunque realmente no fuese en el mismo día. La de Shakespeare corresponde al calendario juliano (coincidente con el 3 de mayo del gregoriano) y Cervantes falleció el 22, siendo enterrado el 23. La propuesta fue presentada por la Unión Internacional de Editores a la UNESCO con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual, estando vigente desde 1996.
 Todas las alocuciones son la misma repetida. Buenos deseos, mejores intenciones y un lenguaje conciso para que nadie se ofenda. Y es que el diccionario castellano está enfermo de prejuicios. Le acusan de machista por algunas acepciones en función del género. De manera que conceptos como hombre público, hombre zorro u hombre ladino son valorados positivamente, mientras que esos mismos adjetivos para la mujer denotan lo contrario. Otros le imputan racismo, al permitir expresiones peyorativas del tipo garbanzo negro, trabajar como un negro, una merienda de negros o tener la negra. E incluso al referirse de idéntico modo a otras etnias diferentes, como tirar al blanco en los ejercicios de puntería, pasar la noche en blanco para describir una noche sin dormir, o estar sin blanca cuando no se tiene dinero. Alguno acostumbra a hacerse el sueco, a beber como un cosaco, a despedirse a la francesa. Y a nadie, por supuesto, le gusta que le engañen como a un chino.
Todas las alocuciones son la misma repetida. Buenos deseos, mejores intenciones y un lenguaje conciso para que nadie se ofenda. Y es que el diccionario castellano está enfermo de prejuicios. Le acusan de machista por algunas acepciones en función del género. De manera que conceptos como hombre público, hombre zorro u hombre ladino son valorados positivamente, mientras que esos mismos adjetivos para la mujer denotan lo contrario. Otros le imputan racismo, al permitir expresiones peyorativas del tipo garbanzo negro, trabajar como un negro, una merienda de negros o tener la negra. E incluso al referirse de idéntico modo a otras etnias diferentes, como tirar al blanco en los ejercicios de puntería, pasar la noche en blanco para describir una noche sin dormir, o estar sin blanca cuando no se tiene dinero. Alguno acostumbra a hacerse el sueco, a beber como un cosaco, a despedirse a la francesa. Y a nadie, por supuesto, le gusta que le engañen como a un chino.




 
 
 
 
 
 
 
