miércoles, 31 de enero de 2024

Mi último paraguas

Cada mañana, al ir en autobús a mi puesto de trabajo en el Hospital, coincido con un señor que lleva siempre su paraguas en la mano. Ambos subimos en la misma parada, si bien él acostumbra a bajarse alguna antes que yo. Aparte del saludo protocolario, quizá por ser tan temprano, apenas cruzamos conversación. Así de lunes a viernes, de enero a diciembre, acordándome entonces de esa cita de la protagonista de mi novela Siete paraguas al sol, de la que hice reseña de vida: que llueva no depende de ti; que lleves paraguas, sí.
Reconozco que llama mi atención ese detalle suyo cotidiano porque la previsión de precipitaciones en mi ciudad -como en la de tantos lugares de nuestra geografía- es del cero por ciento para toda la semana, porque estamos viviendo uno de los inviernos más secos de la historia y porque, tristemente, hace ya demasiado que no llueve. De hecho, nadie lo lleva más que él. 
Al igual que me llama la atención que, estando a casi 20 grados de temperatura como en la tarde de ayer, la terraza que hay justo debajo de mi casa tuviera cinco de sus siete calefactores encendidos -con todo su potencial contaminante-, sin apenas clientela que los precise y sin otra necesidad... que en determinados tramos de la ribera del Bernesga afloren cada domingo tantos restos de botellón, tirados por gente joven que estuvo allí la noche anterior... que aún exista una legión de personas que sistemáticamente no reciclan sus basuras domésticas. En definitiva, que tratemos tan mal a nuestra Naturaleza, ocasionando esa emergencia climática que ya estamos padeciendo, pero que sufrirán especialmente las generaciones venideras.
En mis adentros, admiro a ese hombre con paraguas y quisiera compartir su esperanza. Para su fortuna, de seguro que confía en que -a pesar de las advertencias de la Agencia de Meteorología y la mismísima Ciencia- pronto lloverá, en que no estamos tan mal como nos dicen, en que esto también pasará... Para mi desgracia, yo hace tiempo que casi la he perdido, al igual que también extravié -seguramente por falta de uso- mi último paraguas.

martes, 30 de enero de 2024

Otro caso extraño: la mujer que habla solo con la "u"

- Buenas tardes. Soy Manuel Cortés, su médico en esta consulta. ¿Usted es?
- Ruth Burrul Curul. 
- ¿Y su marido?
- Urtun.
- Casados en régimen de gananciales, supongo...
- ¡Usufructu!
- Y se conocieron en...
- ¡Un pub punk!
- Por lo que veo, vienen acompañados por sus dos hijos...
- Chus, gurú... Y Ugur, muy bululú.
- ¿Acostumbran a jugar en familia?
- Un flux, un mus... ¿Y tú?
- A mí también me gusta, aunque paso mal sus señas... Incluso una vez participé en cierto campeonato nacional...
- ¿Kukuxumusu?
- ¡Sí, en este!; pero sigamos. ¿Lugar de residencia?
- Gurb.
- ¿Ese municipio barcelonés, famoso por su "bosque encantado"? 
- ¡Ujú!
- Y viviendo allí, usted trabaja en...
- UST; un trust... ¡Un sumu trust!
- ¿Su problema es que solo habla con una vocal porque cree que le traería mala suerte utilizar las demás?
- Tu "U"... ¡Yuyu!
- Aunque sea española, nació en una localidad mexicana, ¿verdad?
- Tulum.
- Por lo que tengo entendido, en esa ciudad se practican muchos deportes...
- ¡Buf!: Kung-fu, rugby, surf...
- Y que estuvo a punto de ahogarse en el mar...
- ¡Gluglú!
- Su esposo asegura que usted empezó allí a cocinar esas especialidades culinarias de las que tanto presume...
- Sucusumucu: cuscús, chucrut, sucu, churú, dürüm...
- ¿Y de beber?
- Brut.
- De seguro que con ellas sacarían algún dinerillo extra, vendiéndolas en los mercadillos...
- ¡Un plus!
- En cualquier caso, aún llevando aquí tanto tiempo, ¿qué es lo que nunca olvida del lugar donde nació?
- Su runrún, su cuzul, su sur.
- ¿Y si, de entre todo, tuviera que quedarse con una sola cosa?
- Su luz.
- Alguna enfermedad reseñable que haya padecido...
- ¡Uy!... Pus, un lupus.
- Hablemos de sus aficiones, Ruth. ¿Cuál es su película favorita?
- "Up".
- ¡Un film de animación del 2009! ¿Se atrevería con otra más actual?
- "Humus full".
- Sin duda, ¡la comedia más taquillera del año pasado! ¿Alguna española?
- "Tufu".
- ¡Sí, ese cortometraje de Alex Piñeiro!... ¿Y su libro predilecto?
- "Zulú".
- De Caryl Férey, ambientado en Sudáfrica. Quizá por todos esos viajes visitando ese continente, que le permitieron conocer otras culturas...
- Hutus, ubuntus, mukurus...
- Y animales...
- Ñus, zunzún, urubús, cururús, pudús, tuyuyús...
- De entre tantos países visitados, ¿cuál fue el que más le impresionó?
- URSS.
- Y, según he oído, estando en Venecia conoció a...
- Un dux muy tuntún.
- De seguro que tiene montones de fotos guardadas, ¿en algún pendrive o en...?
- ¡Tu USB, Ugur!
- ¡Qué suerte haber viajado tanto! Cambiamos de tercio. Si le pidiera que se arrancara con una canción...
- ¡Cucurrucucú...!
- Me hago a la idea, ¡no hace falta que siga! Un personaje literario...
- Lulú.
- Otro de cómic...
- Ubunchu.
- Un deportista al que admire...
- Rüstü.
- ¡Ah, sí! Aquel futbolista turco que jugó en el F.C. Barcelona. ¿Qué es lo que más le gusta de él?
- Su chut... Y su club.
- Una actriz o actor...
- U. Tukur.
- ¡Sé quién es: el protagonista alemán de "La vida de los otros"! Desde luego, no tiene mal gusto. ¿Se atrevería con uno español?
- Mur. 
- ¡El actor principal de "Shooting for Socrates"!... ¿Algún superhéroe?
- Un súmmum: Hulk.
- Algún filósofo que haya marcado su vida...
 - Jung.
- Su medio habitual de transporte...
- Bus.
- Y sus prendas de vestir preferidas...
- ¡Un tul, un tutú!
- Si le preguntase por políticos que le inspiren confianza...
- Turull -Junts-, Rus -UPN-... Y Uzkullu.
- ¿Alguno a nivel internacional?
- Bush y Schulz.
- Para ir terminando, una regla de vida que haya aprendido por esos mundos de Dios...
- Un ubuntu zulú: "umuntu, nugumuntu".
- Me encanta esa filosofía africana que podría traducirse como "una persona es persona a causa de los demás".
- ¡Ujujú!
- Tal vez su problema sea solo de pronunciación. ¿Acostumbra a llevar algo en la boca?
- Un Sugus.
- ¿Le interesa saber el diagnóstico profesional que como médico pueda emitir sobre usted?
Tururú.
- ¿Ni siquiera mi humilde opinión?
Tuturutú.
- En fin... Que le siento bastante bien y sin necesidad de terapia alguna. Por cierto, me he fijado que mira constantemente mi colgante...
- Tu cruz.
- Quizá la cruz se relacione con los muertos. A mí me gustan más las cosas en vida...
(Y Ruth que entiende "¡envida!", esa palabra tan típica de su juego favorito de cartas, responde:)
- ¡Mus!

lunes, 29 de enero de 2024

Vidas que resuenan

La presente temporada con el equipo de balonmano infantil ADEMAR Maristas de nuestro hijo Manuel está resultando más complicada de lo que en principio podíamos pensar. A mediados de noviembre, una bronquitis aguda frenó en seco su progresión, dejándole sin opciones de competir durante prácticamente un mes. Tampoco fue convocado con la selección autonómica para participar en el Campeonato de España si bien, siendo realistas, no estaba en condiciones para acudir. 
Ayer, un golpe a nivel lumbar en otro lance de juego, le obligó a pedir el cambio prematuramente, imposibilitándole acabar su partido. Lo cierto es que lleva una fuerte contusión en la espalda, que le impide flexionar e incluso andar con normalidad, obligándole a otro reposo forzoso y dejando en el aire su participación en la próxima jornada.
Por la noche, mientras aplicaba masaje, ánimos y linimento sobre su zona dolorida, le detallaba aquel esguince de muñeca que padecí a su misma edad durante un campeonato escolar de balonmano. Fue una recaída de otra lesión previa a la conclusión del entrenamiento; ¡no sé por qué, pero estas incidencias acostumbran a ocurrir a última hora! Estábamos a las puertas de la semifinal y quedaba claro que no la podría jugar. Confié en mí, y puse todo cuanto estaba en mi mano -nunca mejor dicho- para recuperarme, siguiendo a rajatabla las indicaciones que el médico nos dio... Y confié plenamente en mi equipo, que acabaría pasando ronda hasta llegar a una final, en la que ya pude estar -con muñequera, eso sí- y que, por cierto, contra todo pronóstico acabamos ganando. A Manuel le he contado muchas veces que la primera recuperación y la última asistencia en el gol de esa victoria la acabé dando yo.
Casual o causalmente, aquella temporada condicionada por las bajas resultó una temporada exitosa, tanto a nivel individual como colectivo. De hecho, aprendí que hemos de seguir, confiando en uno mismo y en un equipo que no nos dará la espalda -nunca mejor dicho-, para valorarlo todo a su final. En base a su potencial físico, a sus ilusiones y -como asegura uno de sus técnicos- a esa visión de juego tan determinante, estoy convencido de que -a poco que le respeten las lesiones- Manuel va a realizar un gran cierre de año. Y es que, desde luego, no hay dos vidas iguales... pero me da que a menudo algunas resuenan.

domingo, 28 de enero de 2024

Y el extraño caso de la mujer que habla solo con la "i"

- Buenos días. Soy Manuel Cortés, el médico asignado para su consulta. ¿Y usted?
- Iris Mir Visir.
- Signo del zodiaco...
- Piscis.
- Viene mojada, ¿está lloviendo?
- ¡Chirimiri!
- Lugar de residencia...
- Ibi.
- Nombre de su marido...
- Crispín.
- Según nos refiere, su problema actual es que solo habla utilizando una vocal...
- Sí, "i".
- ¿Trabaja como propietaria de una tienda de deportes?
- "Bicis Filistrín".
- Le dio por el ciclismo, ¡y eso que, según leo, su esposo fue máximo goleador de un equipo de fútbol!
- ¡Pichichi viril! Ni sillín, ni sprint, ni piticlín.
- Revisando su historia clínica, constato que ha venido otras veces a urgencias de este hospital. ¿Por qué motivos?
- Gingivitis, cistitis, sífilis, rinitis, tisis... ¡Sinvivir!
- Leo que en alguna ocasión, también por ansiedad. ¿Le agobian tantos impuestos en su negocio?
- Sí. IRPFs, IVIs, IPC, ISBN... Sin infringir, viví mil crisis. 
- Quizá por eso, ¿solo usa artículos de marca?
- Sí. Intimissimi, Risi, Illy, IMC, Bic...
- Leo que es presidenta de una asociación...
- Sí, "IDI". Mi mitin: "Incidir, Dirigir, Insistir".
- ¿Siente que sus miembros están demasiado distanciados, e incluso aseguró que se iría de no ponerse de acuerdo?
- Ni dividí, ni infligí, ni dimití... ¡Dirimí!
- Bien... Vayamos a cuestiones menos trascendentes. ¿Su película favorita?
- "Sissi".
- Pero, ¡esa es muy antigua! Dígame otra más reciente...
- "Tintín".
- ¿Un grupo musical inolvidable?
- "Pili y Mili".
- ¿Algún libro que le haya cautivado?
- Imprimí "Civil sin símil".
- ¿Es aquel ambientado en el club Atlético de Madrid, que en su día presentó su presidente?
- Sí, Gil y Gil.
- Lo primero que hace cuando se levanta, Iris...
- ¡Pis!
- Alguna combinación secreta que refuerce el sabor de su comida...
- ¡Kiwi y pil-pil!
- Su prenda preferida de vestir...
- ¡Mi bikini gris!
- Un gesto entre amigos...
- Mi brindis, ¡chinchín! 
- Un estilo musical...
- ¡Hindi!
- ¿Le interesa saber el diagnóstico profesional que como médico pueda emitir sobre usted?
- Ni plin.
- ¿Ni siquiera mi humilde opinión?
- Ni plin plin.
- En cualquier caso, le daré de alta pronto sin prescribir ningún tratamiento. No le siento tan mal. ¿Tiene algo más que añadir?
- ¡Fin!

viernes, 26 de enero de 2024

El extraño caso del hombre que habla solo con la "o"...

- Buenos días. Me presento. Soy Manuel Cortés, el facultativo encargado de estudiar su caso.
- No lo conozco.
- Soy médico.
- ¿Oncólogo?, ¿tocólogo?
- Ejerzo como especialista de Medicina Preventiva aquí, en el Hospital de León. Empecemos nuestra consulta. ¿Usted cómo se llama?
- Odón Moros Romo.
- ¿Y su mujer?
- Socorro, o Soco.
- Nacido en...
- Olot.
-  Y residente en...
- Logroño.
- ¿Dirección?
- Colón, ocho.
- ¿Tiene hijos?
- Dos. Rodolfo, zoólogo... Toño, cosmólogo.
- ¡Vaya! Por lo que veo, ambos ejercen profesiones francamente interesantes.
- Son dos colosos.
- ¿Y cuál es la suya?
- Yo, podólogo.
- ¿Se consideran una familia unida?
- Hombro con hombro.
- Nos comenta que su problema es que habla mucho... 
- Por los codos.
Y siempre con una sola vocal.
Todo con "o", doctor. 
- ¿Sabe de más casos en el mundo como el suyo?
- Somos pocos, conozco otros ocho. 
- ¿Y en España?
- Solo dos.
- ¿Están asociados?
- Con voz o voto, no; ¡por modorros!
- ¿Existe algún sueño repetitivo entre los miembros de su familia?
- Soco soñó con monos mocosos o lobos llorosos... Rodolfo, con globos rotos.
- ¿Y usted?
- Yo, no. 
- ¿Qué les diría a esas personas que aseguran que quienes hablan así son de lo más aburridos?
- No somos monólogos monótonos.
- Algo más...
- Lo corroboro: nosotros no somos tontos, no somos bobos.
- Hablemos de sus aficiones. ¿Cuál es su espectáculo preferido?
- Los toros... Los gozo. Son morbosos.
- ¿Le gustan mucho?
- ¡Mogollón!
- Y ahora me dirá que su comida favorita es el rabo de vaca...
- No, no lo como.
- Entonces, ¿qué le gusta?
- Los cogollos con coco.
- ¿Algún plato más? Por ejemplo, ¿de segundo?
- Lomo con mojo.
- ¿De postre?
- Por goloso, roscón o polvorón.
- Y todo regado con un buen vino de Rioja, supongo...
- Yo tomo oporto o mosto.
- ¡Seguro que en su familia se sientan los cuatro juntos a la mesa!
- No. Por protocolo, yo como solo.
- ¿Practica algún deporte?
- Motocross.
- Pensé que le encantaría el fútbol...
- ¡Horror! No lo soporto.
- Una música...
- Pop-rock sonoro, como Otto.
- ¿Toca algún instrumento?
- Controlo poco. Solo trombón.
- Una estación del año...
- Otoño. No por los tordos monocolor o los olmos con flor... ¡Por todos los sotos frondosos! 
- Alguna tonalidad...
- Rojo fogoso.
- Alguna película que le haya encandilado especialmente...
- ¿Porno?
- ¡Por favor, Odón! Estamos hablando en serio. De las de toda la vida...
- "RoboCop".
- Pero esa es del siglo pasado. ¿Otra más reciente?
- "Homo".
- Y alguna serie de televisión que nunca olvidará...
- "Pocoyó".
- ¿Por sus hijos?
- No, por Soco.
- ¿Qué es lo primero que lee cuando abre un periódico?
- Los chollos.
- ¿Y lo último?
- Como colofón, los horóscopos.
- ¿Le interesa saber el diagnóstico profesional que como médico pueda emitir sobre usted?
- ¡No! 
- ¿Ni siquiera mi humilde opinión?
- ¡No, no! 
- Su mujer está preocupada por su indiferencia y por si todo esto les acaba costando dinero...
- Somos roñosos. ¿Lo sobornó?
- En absoluto... Tranquilícense. Sinceramente, le veo mejor de lo que me esperaba.
- ¿Somos o no somos locos?
- En verdad que le siento cuerdo.
- ¡Ojo! Yo no provoco, no somos ponzoñosos... 
- Lo sé, Odón. Por eso, le daré el alta sin prescribir ningún tratamiento.
- ¿Pronto? -con sofoco.
- ¡En breve!
- ¡Oh! Yo no otorgo don, doctor -con sollozo.
- No me dé las gracias. Preferiría que muchos hablaran como usted a que digan las tonterías que dicen empleando todas las letras.

jueves, 25 de enero de 2024

La Luna y yo

En esta noche de plenilunio, quisiera declarar mi idilio con la Luna; ese satélite natural que contemplo al atardecer a través de mi ventana y que ha estado tan presente a lo ancho de nuestra vida. No en vano, en cualquiera de sus fases, ella es la protagonista indiscutible de algunas historias de mis cuentacuentos, como esa titulada Un conejo en la Luna... Otras veces, simplemente, aporta el escenario, como en El príncipe de los ladrones... E incluso hay ocasiones en la que es ella quien aúlla, mientras los lobos la escuchan. 
Quizá por eso aparezca tanto en mi literatura. Con mis Catorce lunas llenas (Ayuntamiento de Miguelturra, 2016), genialmente ilustradas por mi amigo Lolo, gané el XXXVIII Certamen Literario Carta Puebla, al mejor libro de cuentos... Con Catorce lunas menguantes (MAR Editor, 2020), con esos dibujos maravillosos de nuestra querida Raquel Ordóñez Lanza, obtuvimos el II Premio Liliput de Narrativa Joven... Con Catorce lunas nuevas (Undergraf, 2023), donde narro mis vivencias como médico responsable de un Centro de Vacunación Internacional, he llegado a cientos de sanitarios... Y ya estoy en condiciones de anunciar que a lo largo de este año publicaré otra colección de cuentos en los que esa Luna será nuevamente su estrella indiscutible.
Tal vez todo sea porque -parafraseando a Einstein- me gusta saber que está ahí, incluso si no la veo... Tal vez porque -como soñara Neruda- su esencia transpira por cada poro de nuestra piel... Tal vez porque -aunque mis hijos traten de embelesarme asegurando que soy un sol- lo que en verdad me siento es un auténtico lunático.

miércoles, 24 de enero de 2024

La vacuna nuestra de cada día

Mirando en retrospectiva mi bagaje profesional, llevo toda una vida vinculado a las vacunas. Nada más terminar la carrera, me desplacé a uno de los países más pobres del mundo -Benin-, a fin de colaborar mediante aquella campaña vacunal en el control de un brote de Cólera... Poco después, me vi en Oriente Medio, participando en otra campaña diseñada por la Organización Mundial de la Salud -OMS- para la erradicación de la Poliomielitis... Tras haber administrado dosis contra decenas de enfermedades en otros tantos rincones del mundo, el destino quiso que -en mi condición de epidemiólogo del Servicio de Sanidad de León- fuera responsable del Centro de Vacunación Internacional de mi provincia, concediéndome el honor añadido de ser la persona que recogiese en ella los primeros viales que llegaron contra el agente causal de la COVID19... Y en la actualidad, de lunes a viernes sigo pautando sus dosis a aquellos pacientes que así lo precisan, en el Servicio de Medicina Preventiva del hospital donde trabajo.
Se nota que creo firmemente en las vacunas pues, como también asegura la OMS, a lo largo de la Historia de la Humanidad constituyen la acción preventiva que más vidas ha salvado, solo por detrás de la potabilización del agua.
Casual o causalmente, cierto niño me preguntó esta mañana en mi consulta que de entre todas las vacunas que conozco, cuál considero la más importante. Se notó demasiado que solo quería pincharse una. Le he respondido que esa que debe administrarse él mismo cada día: la de la ilusión, la del sonreír ante el espejo a sabiendas de que tal acción -a pesar incluso de circunstancias adversas- segrega en nuestro cerebro una serie de sustancias que nos resultan de lo más beneficiosas. Y es que, como acostumbro a decirles a todos nuestros pacientes, podemos protegerle contra muchas enfermedades: hepatitis, neumonías, meningitis, la temida culebrilla... Pero hay una vacuna que, a diario, debería administrarse cada cual: la del Ánimo y Fuerza, para afrontar los distintos avatares a los que puedan enfrentarnos nuestras vidas.

martes, 23 de enero de 2024

Ejerciendo de portero

Entre tres y cuatro días por semana, coincidiendo con la hora y media de entrenamiento de Manuel con su ADEMAR Infantil de Balonmano, aprovecho esa espera escribiendo cualquier cuento en el lugar de la conserjería de su pabellón deportivo. No hallo otra manera de llegar a cuanto me propongo.
En ese habitáculo nunca hay nadie. Ni siquiera un conserje. No obstante, tras casi cuatro meses ejerciendo en esos ratos como tal, puedo asegurar que en dicho puesto haría falta uno.
Y es que, entre las muchas personas que entran o salen de la instalación, siempre hay alguna que en mitad de un relato me solicita papel higiénico -ciertamente, de lo más demandado-, se queja de que hace frío en invierno o calor en verano, me pide los horarios de su biblioteca, me pregunta por la entrada al gimnasio o, simplemente, se pone a hablar conmigo por el mero hecho de que le apetece. A fin de cuentas, ¡los bedeles también estamos para eso! Como ejemplo, ayer mismo escuché con atención lo mucho que en diez años había crecido el barrio... Y, realmente, descubrí que ha crecido mucho.
Incluso en cierta ocasión me tomé la licencia de reprender a unos chiquillos que estaban jugando con el extintor, si bien al día siguiente constaté decepcionado que -quizás ellos mismos- lo habían vaciado entre los baños.
Sea como fuere, en este universo con tantos agujeros negros, ocupados a veces por gente que hace entre poco y prácticamente nada, doy fe de que en el polideportivo leonés del Centro Cívico Ventas Oeste existe un puesto en el que haría falta un portero. Así lo siento cada tarde, mientras Manuel lanza balones desde siete metros. Y si alguien no me creyera, solo tiene que ponerse a idear cuentos en ese habitáculo de su conserjería.

jueves, 18 de enero de 2024

El valor de lo gratuito

Aunque siempre digo que lo único que me enfada es enfadarme, comparto que en estos días he vivido tal impresión a raíz de una sesión de cuentacuentos que hice en mi ciudad. Y es que, poco antes del verano, participé junto a otros dos narradores en un evento escolar relacionado con el relato. 
Allá les expuse esa vuelta al mundo en casi ochenta cuentos que tanto les gustó. Lo hice de manera gratuita, como casi siempre. Ese es mi estilo y tampoco me importa. El problema ha venido cuando a tal actividad le han asignado una subvención y he acabado enterándome de que se ha repartido entre los otros dos cuentistas.
Movido por un sentido de justicia -que no por otra cosa, ¡de verdad!- me dirigí a su organizador preguntándole al respecto. El hombre nos dio cientos de explicaciones para justificar por qué no me corresponde nada: que si tú nunca cobras... que si tú ya vives de la Medicina... que los otros son profesionales de la escena y tú no... que viera mi participación junto a ellos como una forma de promoción... o que en el fondo me han hecho un favor. En fin... Seguiré siendo fiel a mis principios, tratando de no enfadarme y realizando cuentacuentos como quiera. En mi caso, lo material jamás será un problema. ¡Al menos, eso espero! Pero a veces, solo a veces, me da pena que no se le dé su valor a aquello que hacemos de manera altruista.

martes, 16 de enero de 2024

Aquel planeta de chocolate

Esta mañana estuve charlando con quien sigue siendo el editor de cinco de mis libros. Mas en particular, hablamos de uno de ellos: de aquel que constituyó mi primera novela, de ese que ha sido el más leído y del que más ejemplares se han vendido, del que elegí para presentar en nuestra visita a la Feria del Libro de Frankfurt, de ese que -tras el interés mostrado por una célebre productora- nos hizo soñar con la posibilidad de que fuera llevado al cine... Concretamente, de Mi planeta de chocolate (Ediciones Irreverentes), en el que narro las aventuras en tiempos de orfanato, guerra y exilio de un chiquillo, Benito Expósito Expósito, cuyo lema de vida le salva de mil aprietos: cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.
Mi editor está convencido de que es una gran obra, e incluso hemos sondeado la posibilidad de reeditarla. De hecho, siguen siendo muchos los lectores que nos preguntan por ella, e incluso un reportaje mío alusivo sobre los niños expósitos continúa siendo de los más visitados en la web de la editorial.
Con independencia de lo que decidamos, quizá sea buen momento para volver a escribir otra novela... O, quién sabe, la segunda parte de esta, desde la convicción de que al pequeño Benito aún le queda mucho por contar.