jueves, 14 de abril de 2011

Una reseña deliciosa

Mis amigas Anabel y Ana adoran el cuento, habiendo organizado distintos cursos de cuentoterapia que han resultado sumamente interesantes. Entre ambas dirigen también el portal literario AventArte, al que llenan de esa magia de la Literatura y al que desde estas líneas os invito a participar. Ayer tuvieron el detalle de comentar mi libro Mi planeta de chocolate cuya reseña y enlace os adjunto: http://aventarte.wordpress.com/2011/04/13/mi-planeta-de-chocolate/#comments Me encanta que su lectura os haya encantado, un millón de gracias por compartirlo y, como siempre decimos los cuentistas, que nos sigamos contando.

Me ha costado, pero no me ha quedado otro remedio que aceptar que se había terminado el libro Mi planeta de chocolate de Manuel Cortés Blanco. Todavía resistiéndome a cerrarlo, he buscado entre esas últimas páginas que acompañan a los libros y que nos cuentan en qué año se terminó de imprimir, nos hacen una relación de los capítulos en un índice y tal y tal, por si aparecía algo que se me había escapado y podía alargar un poquito más esa sensación de dulzura y de serenidad que me ha acompañado en su lectura. Aún he tenido suerte y he encontrado una sincera página de agradecimientos (Manuel es un hombre agradecido) y también la he leído despacito, muy despacito, al igual que después de haber comido chocolate, paseamos golosamente la lengua entre los dientes esperando encontrar algún trocito que se ha salvado de ser engullido en el primer momento de gula y que hace que perdure un poco más el recuerdo de su sabor en la boca.
A mi me atrapó la historia de Benito Expósito Expósito, que, como podéis deducir por sus apellidos, es un niño doblemente abandonado. Me admiró su capacidad de adaptarse a las circunstancias nuevas sin olvidar de dónde viene y teniendo siempre en su recuerdo a aquellas personas que, con mayor o menor acierto, le han hecho de padres y madres a lo largo de su camino (otro niño agradecido).
Con el permiso de Manuel y de Benito, he guardado dentro de mi corazón, para tenerla siempre a mano, la frase con la que Maese Tarsicio aconseja al niño, y que se convertirá para él en la principal máxima de su vida: Cuando tengas que elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.
Con frecuencia, olvidamos que a la hora de elegir entre dos opciones debería primar la que nos ilusione, la que nos haga soñar, aquella hacia la que marca esa brújula interna que conoce el camino de la felicidad. Y Manuel nos lo recuerda. A la vez que nos cuenta las aventuras de Benito, se va mostrando él mismo, a corazón abierto y sus reflexiones acompañan al niño en toda su andadura, como queriendo paliar ese abandono al que Benito se ve sometido desde que nace; acunando al niño interior que todos llevamos dentro y cuyo principal miedo a lo largo de su existencia es el abandono.
Por mi parte, a partir de ahora, si debo elegir entre recordar u olvidar para no sufrir por añorar lo perdido, entre soñar o negarme a hacerlo por el miedo a que se rompan mis sueños…Voy a guardar muy cerquita de mi este trocito de Mi planeta de chocolate, que os adjunto. Para que no se me olvide.
“La memoria se convierte en esa despensa que llenamos con vivencias, vividas o no, para constatar que hubo un tiempo en que fuimos felices. Al igual que la rebeldía se erige en patrimonio del joven, los recuerdos consolidan un derecho del adulto. Y es que cuando algo importante nos ocurre, ocultarlo equivale a mentir.
En esa despensa persiste el derecho de admisión. Y desde su ejercicio, diluimos en la anécdota aquellos pasajes que puedan dañarnos, embelleciendo los hechos en su narración.
Además, hay muchas cosas que únicamente entiendes cuando las repasas, no cuando sucedieron. Los años aportan esa perspectiva que permite ver el bosque sin que lo tape su arbolado. Desde mi madurez he perdonado a quien nunca perdonaría, he aprendido que lo importante en un baile es bailar y no quejarse de que te pisan, he mirado atrás sin dejar de mirar hacia delante. Absolví tantos errores, conviví con mis pecados. Incluso me he cerciorado de que el día en que la vida pase cuentas, no le pueda pagar...”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Manuel, por cedernos un trocito de tu espacio.

Ha sido un placer leer Mi planeta de chocolate ¡delicioso!!!

También me lo pasé muy bien haciendo las fotos para la reseña ¡respeté los chocolates hasta la última toma, después...!!! ;-)

Besos.

Manuel Cortés Blanco dijo...

Gracias a vosotras por tener ese detalle con mi libro... y por supuesto conmigo. La reseña ha quedado muy sabrosa en todos los sentidos, como el propio chocolate.
Mil sonrisas.