La vida le ha enseñado a Adelaida que la suerte es caprichosa, el amor ciego, la risa contagiosa... Y la ignorancia atrevida. Cuánto cuesta decir yo no sé nada y qué poco dar cualquier opinión. Impresiones subjetivas sin otro aval que nuestra creencia, acostumbradas a estar equivocadas. Desde esa ignorancia solemos ser osados, mostrándonos seguros de nosotros mismos. Sin embargo, nada peor que la contundencia con la que a menudo defendemos tales opiniones, enfadándonos si son rebatidas aunque sea frente a la razón. Porque el mayor drama de la ignorancia no se queda en su atrevimiento; es que además tiende a ser dogmática.
Nota: Texto perteneciente al relato Cruce de caminos, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario