Este próximo domingo 19 de noviembre se celebra el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico. En mi caso, será una jornada de reflexión obligada. Perdí a mis padres en aquella Nacional-II porque tuvieron la desgracia de cruzarse con un joven que bajo los efectos del alcohol confundió el asfalto con una pista de discoteca... Perdí a mi padrino porque, mientras socorría a otro accidentado, un camionero con exceso de velocidad embistió a su ambulancia en una recta de Benavente... Perdí a ese amigo de infancia porque en cierta curva gallega se quedó dormido el conductor con el que viajaba... Tristemente, esos accidentes de tráfico han marcado mi vida. Detrás de ellos hubo siempre algún despiste, alguna negligencia, algún delito de otros insuficientemente pagado.
Por fortuna, sé que mis padres, mi padrino Gonzalo y mi amigo Ángel siguen estando conmigo. Y es que percibo su presencia cada día en los pequeños milagros que me suceden a modo de casualidades.
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