jueves, 23 de julio de 2020

Extrañando mi cordura

Alguien dijo una vez que el llamado sueño americano consistía en ser los primeros en todo. Si no fuera porque es serio, pensaría que por eso Estados Unidos suma más contagios y fallecidos por Coronavirus que cualquier otro país del mundo.
Ante esta penosa realidad, en su estado de Alabama se ha confirmado la organización clandestina entre estudiantes de las llamadas COVID-parties. En ellas hay un anfitrión supuestamente infectado. Sus invitados aceptan el riesgo de compartir una fiesta con él, depositan en un bote cierta cantidad de dinero a modo de apuesta y el primero que demuestre que se ha contagiado, se lo lleva. Ya ha habido alguna muerte relacionada. También en Texas. Si no fuera porque es serio, pensaría que estamos ante el colmo de la inconsciencia.
Como lo sería ese partido de fútbol entre infectados y no infectados por Coronavirus, convocado en Pamplona a través de las redes sociales... Como lo son esas hinchadas deportivas que se citan a millares para celebrar sin mascarilla ni distancias los éxitos de su equipo... O como cualquier otro evento organizado -incluyendo ese sinfín de botellones- sin que se tomen las oportunas medidas preventivas.
Además de conllevar un riesgo para la Salud Pública, este tipo de llamamientos suponen una afrenta para todos los profesionales que estamos trabajando día a día por controlar esta pandemia... Mucho más para esas personas que se han quedado en ella sin algún ser querido. Y es que al igual que le pasara a ese genio llamado Mark Twain, de todas las cosas que he perdido en estos tiempos del Coronavirus, la que más empiezo a extrañar es mi cordura.

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