No puedo ni quiero dejar de dar las gracias a todas las personas que nos han felicitado por el premio recientemente obtenido sobre Humanización en Asistencia Sanitaria, convocado por la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León. Desde el vecino de al lado hasta ese colega que ejerce en la otra esquina del mundo, los mensajes recibidos han sido numerosos, sinceros, a cual más emotivo. Ciertamente, así los he sentido.
Tampoco quisiera dejar de compartir que este galardón me ha abierto muchas posibilidades, incluida una realmente singular: la de enseñar otra lección de vida a nuestro hijo Manuel.
Él, apasionado de ese deporte llamado Balonmano al que empezó jugando en el colegio a los cinco años, se quedaba esta misma semana fuera de la lista de preseleccionados en su categoría infantil para representar a Castilla y León en el próximo Campeonato de España. Una decisión técnica por parte de sus entrenadores que -por supuesto- asumimos y respetamos, si bien reconocemos que le ha entristecido por inesperada. También por su compañero de equipo que tampoco fue elegido, e incluso por su club Ademar León, al poder darse el caso de que por vez primera no tuviese ningún representante en una selección autonómica de base.
Y es que atendiendo a su trayectoria personal, con todo respeto para el resto de los niños, creíamos sinceramente que podría estar ahí. Manuel ha sido integrante del proyecto formativo Horizonte24 de la Federación, fue nombrado deportista del Centro de Tecnificación de la Comunidad, compitió satisfactoriamente con su combinado territorial en los torneos a los que asistió -pese a jugar en el puesto de pivote cuando en su club lo hace habitualmente de central o lateral-, estuvo formándose en el Centro de Alto Rendimiento de Béjar, e incluso en el último campamento de verano organizado por la propia Federación fue reconocido como el jugador más valioso en la final de su campeonato.
El primer renglón de tal enseñanza diría que en la vida -y en el deporte como otra metáfora suya- las circunstancias pueden variar de un momento a otro, por lo que debemos estar preparados para cualquier cambio. Que no es bueno presuponer, dar por sentado; tampoco juzgar, confiarse o comparar. Ni siquiera vivir de lo vivido, máxime en un mundo que cambia tan deprisa. Y por experiencia, que un mal día -como quizá fuera el día de la selección- puede tenerlo cualquiera.
El segundo que, a menudo, lo que a priori parecen reveses pueden acabar siendo oportunidades para mejorar, para seguir adelante, para analizar qué hicimos regular y salir luego fortalecidos. Aceptaremos la realidad para crecer desde ella. Algo parecido ocurrió con ese premio. Además con 13 años, con ese palmo que me saca de estatura y todo su talento, no nos cabe duda de que así será.
Y el tercero que, efectivamente, el deporte de competición es importante... pero parafraseando al exfutbolista Jorge Valdano, quizá sea solo lo más importante de entre las cosas que no tienen importancia. Porque al final nos quedamos con lo mucho que disfruta en cada entrenamiento, haciendo ejercicio, compartiendo pases y sonrisas con sus amigos. Sin olvidar que posee otra pasión que nos contagia y que tampoco pretende descuidar: la Música de su Trombón.
Gracias, Manuel, por SER, por ESTAR... Pero, sobre todo, por las muchas lecciones de vida que tú nos das a nosotros.
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