lunes, 21 de septiembre de 2009

Un cuento en el recetario

Tal y como comenté, os dejo la entrevista que me propusieron en Diario Médico, publicada el pasado 1 de septiembre. La fotografía la hizo Transi, mi mujer, muy cerca de la iglesia de Santa María de Eunate, mientras recorríamos el tramo navarro del Camino de Santiago.

El defensor de la prescripción de cuentos
En negro sobre blanco, este médico zaragozano comparte su vocación por curar con su pasión por escribir. Lleva tres novelas, dos con premio, y perfila ya su cuarta de consolidación.

Como médico, desde su condición de especialista en Medicina Preventiva y profesor del Instituto Universitario de Drogodependencias, se ha dedicado a la resolución de problemas relacionados con la Salud Pública y confiesa tener la suerte de que ese trabajo le encanta. Como escritor, es autor de tres libros: "El amor azul marino", con el que obtuvo el Premio Literario Amares 2005; "Cartas para un país sin magia" y "Mi planeta de chocolate", obra finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato de 2008. Ahora prepara su cuarto sueño en forma de páginas.
En todos ellos dice haber procurado ser fiel a una máxima: escribir para compartir. Tan es así que ha cedido los derechos de autor de toda su obra a Aldeas Infantiles SOS.
Pregunta (P)- ¿La literatura es un arma contra el burnout del médico?
Respuesta (R)- No tengo ninguna duda. Escribir está lleno de ventajas: relaja, entretiene, ayuda a desconectar de la realidad… y sin apenas efectos secundarios.
P- Como experto en drogodependencias, ¿sabría decirme si escribir es una droga?
R - Obviamente resulta una actividad gratificante y podría llegar a convertirse en adicción. La historia de la literatura está llena de ejemplos. Sin embargo, creo que en mi caso no he llegado a este nivel. Escribo sin renunciar a aficiones como viajar o ascender montañas y sin dejar de compartirlas con los míos, sintiéndome otras cosas además de escritor.
P- ¿Qué tiene de terapéutico un cuento?
R- Muchísimo. Soy un defensor a ultranza de esa cualidad que he comprobado en diversos colectivos: niños hospitalizados, pacientes psicológicos, mayores institucionalizados… Además de ser muy útiles para la transmisión de valores, los cuentos invitan a la reflexión generando emociones en quien los escucha, y eso, debidamente canalizado, es terapia en estado puro.
P- Los médicos, ¿tienen mucho cuento?
R- Si cuento es la posibilidad de usar la palabra para alcanzar sus objetivos terapéuticos, por supuesto.
P- Es usted muy crítico con la estructura actual del mundo literario afirmando que en ese ambiente no hay crisis de talento, sino de oportunidades. ¿Pasa lo mismo en la Medicina española?
R- Probablemente, en especial con sus profesionales más jóvenes. Los tiempos de crisis son malos para cualquiera, pero sobre todo para los que empiezan.
P- Si tuviera que escribir un ensayo sobre la sanidad española, ¿cómo lo titularía?
R- Poner título a una obra resulta de lo más difícil dentro de su proceso de elaboración. Quizá le fuera bien el de mi última novela, Mi planeta de chocolate, porque entiendo que, como este producto, la sanidad comparte esa dosis de dulzura y amargor.
P- En su profesión, ¿cuál es su planeta de chocolate?
R- Tal vez ese momento de encuentro con uno mismo en el que sabes que tu trabajo ha ayudado a otra persona.
P- Algún adelanto de su próximo libro...
R- Se trata de una novela que recoge siete historias de otras tantas mujeres unidas por la lectura de un mismo libro. Fiel a mi estilo, incluye nuevos cuentos, reflexiones, relatos y un final inesperado. Por cierto, una de sus protagonistas es médico. Les gustará.

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