Manuel es fácil de definir: buena persona, buen escritor y buen amigo.
Ya
predije el éxito de Manuel, y no solo como persona, sino como propuesta de
escritura. Yo dije que era el Paulo Coelho español, y me agrada ver que como
pitoniso en este caso al menos, acierto.
El mayor cumplido que se le
puede hacer es decir que escribe como es él. Con la visión de un mundo con
sus virtudes y sus defectos, pero siempre mejorable y con el positivismo de ver
el vaso medio lleno. Como dice él, la esperanza es el fin del mundo. Más allá no
hay nada.
En ese mundo no escatima el retrato cruel del mundo tal y como es,
y sin embargo siempre encuentra una sonrisa, un guiño en medio del
realismo.
Escribe con ese poso de nostalgia, de costumbrismo y de filosofía
serena y cariñosa de los grandes escritores de antaño, pero mirando al
futuro.
Cuando se lee la obra de un amigo, se ve cuánto de él hay en la
novela, y en esta se ve, creo, más de él que en sus anteriores
relatos.
Personalmente, cuando uno lee su obra tiene la misma sensación
que al escucharle, y es paz. Uno siente que si el mundo estuviera en manos
como las suyas, tendría una oportunidad de salvación.
Ya lo dije cuando
tuve el placer de presentarle en otra ocasión. Hasta que no le conocí no había
leído cuentos o relatos cortos o como quieran llamarlo, y confieso que lo empecé
con un poco de reticencia, pero me di cuenta de que conforme leía, me iba
relajando, en medio de sonrisas, pero ojo, no me dormía. Tenía ganas de seguir
leyendo.
Y cuando terminas, te queda una sensación de relajación que no
tendréis con una clase de pilates, porque es el alma lo que se relaja.
Y
este libro no es una excepción, sino mucho mejor, porque es una sola historia
larga, no una sucesión de relatos independientes, que avanza hacia la novela más
de corte narrativo.
Retrata un periodo que muchos recordaréis con cariño y
los más jóvenes descubrirán con asombro, pues verán que en aquel mundo en blanco
y negro había cosas muy positivas que hoy se han perdido, valores que ya no
existen y sensaciones que hoy no da tiempo a sentir y cambiamos por malos
sucedáneos apresurados.
Es un libro de viajes, pero no en el sentido más
literal, sino en el sentido interior.
Y yo me pregunto. ¿Quién es capaz
en estos tiempos de prisa, de comida basura, de stress y de emociones fuertes y
rápidas, de escribir de este modo? Y encuentro que muy pocos.
Así que
voy a hacer un nuevo augurio, así a palo seco, sin alcohol ni nada. El día
que Manuel pase a un formato de novela más largo, más comercial, va a ser un
best seller de los grandes.
Como dice él, la suerte no se desea, se merece, y
él la merece. El guante queda lanzado.
Nota: Reseña del escritor Santiago Morata, por quien tuve el honor de ser acompañado durante la presentación de Siete paraguas al sol en Zaragoza, y el gusto de compartir caseta en la Feria del Libro de esta ciudad. Dicha reseña puede encontrarse en el hilo abierto a propósito de esta obra en el portal literario Ábretelibro.
sábado, 9 de junio de 2012
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