En este Día Mundial de la Radio comparto mis felicitaciones para todos los profesionales y oyentes de este medio, con uno de los párrafos incluidos en mi libro El amor azul marino.
Como siempre, mil sonrisas, mil ondas... Y si no sintonizamos antes, ¡feliz fin de semana!
- ¡Matahari!
La
respuesta es correcta.
De
pequeño me encantaban los concursos de radio en los que había que acertar un
personaje atendiendo a los datos que te ofrecían. No resultaba fácil
adivinarlo, pese a lo cual reconozco mi habilidad para enlazar las pistas de la
locutora y llegar al nombre propuesto. Otra cuestión era que acabasen dando
entrada a la llamada telefónica entre el aluvión de oyentes que participaban.
Gané
en dos ocasiones. Aunque el premio consistió en un lote de discos a cuyos
intérpretes no conocía nadie, me hizo muchísima ilusión.
El
viejo transistor de tonos metálicos fue durante esos años uno más de la
familia. Aquel consultorio de Elena
Francis puso luz en miles de corazones solitarios:
- ¡Paciencia
mujer, mucha paciencia!
Cada
parte desmenuzaba las peripecias de un fugitivo apodado El Lute, los
lances ante el toro de un valiente Cordobés, los acordes de ese
principiante llamado Julio Iglesias. Y el domingo vibrábamos con los
goles de los Asensi, Juanito o Cardeñosa en la
retransmisión a pie del estadio.
Como
tantos y tantos españoles, no olvidaré nunca la noche del 23-F (23 de
febrero de 1981) cuando un intento de golpe de estado puso en peligro nuestra
convivencia democrática. Por aquel entonces yo era un estudiante de
bachillerato, sin apenas conciencia política, que siguió el evento adherido a
un receptor.
- Dice
Radio Nacional que los golpistas se han retirado.
Todos
respiramos tranquilos.
Todavía
ando conectado a la magia de las ondas y asiduamente, antes de acostarme,
sintonizo una emisora en busca de..., ¡a veces pienso que en busca de mí mismo!
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