viernes, 20 de febrero de 2015

Los cuentos de Bernardino

Bernardino –como antes lo fueran todos sus progenitores desde su tatarabuelo- es un maestro en el arte de contar. Procura ser breve, pues lo que resulta largo no puede quedar bonito. Procura ser optimista, que una persona positiva se alía siempre con las posibilidades positivas. Procura ser sincero, no diciendo la verdad, sino sintiendo de verdad lo que dice. Y procura ponerle sentimiento, a sabiendas de que la Literatura no es inocente ni espontánea.
- Ojalá –como él sostiene- las palabras se parecieran a las cerillas y después de usadas pudieran guardarse en cajas.
- Ojalá –como repiten sus hijas.
Para los niños del pueblo, lo mejor de que llegue la hora de acostarse son los besos de buenas noches. Para estas niñas, el cuento de papá. Ramona, la menor de entre ellas, se ha vuelto a quedar dormida. Quizá por ser tan pequeña se pierde siempre el final. Irene habría preferido otra aventura con dragones y princesas. Las demás desperezan, a punto de rendirse ante sus sueños. Son demasiado inocentes para tener tanta historia.
La familia es el espacio donde aprendemos a ser.
¡Hasta mañana!

Nota: Párrafo perteneciente al capítulo titulado Cuando callan las campanas, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.

1 comentario:

Manuel Cortés Blanco dijo...

Adjunto el enlace al Periódico Irreverentes, en el que pueden leerse algunos párrafos más de este libro:
http://periodicoirreverentes.org/category/siete-paraguas-al-sol/