Cuando en actos vinculados con el libro como el de este fin de semana algún lector me comenta ¡hay que ver la de concursos que has ganado!, yo pienso para mí en ¡la de concursos que he perdido! Y eso que participar en cualquiera de estos certámenes, además de la posibilidad de publicar, supone siempre un reto y otra motivación añadida para escribir.
Desde luego, haberlo hecho en el III Premio Narrativa de Libros de Viajes y Experiencias Viajeras Eliezer Alantansi -convocado por la Editorial Dobleuve- fue todo un regalo, aun sin haber resultado premiado. Regalo por el trato obtenido como concurrente, habiendo recibido adecuadamente en tiempo y forma tanto el acuse de mi propuesta como la resolución del mismo... Y regalo, porque la propia editorial me envió un ejemplar de la obra ganadora: El país más vacío del mundo, de nuestra admirada Elena Alonso Frayle.
Embarcarse en este libro, además de otra delicia, supone un auténtico viaje a ese país que realmente desconocía: Mongolia. Entre sus cerca de 200 páginas rebosan descripciones, un hilo conductor bien hilvanado, Historia con mayúsculas -cincelada por el mítico Gengis Kan-, historias sencillas que se tejen con lo vivido en primera persona... Y todo, al más puro estilo de Elena Alonso, cuyos cuentos ya nos habían sorprendido con anterioridad.
Para quien le guste la narrativa viajera o simplemente la buena literatura, El país más vacío del mundo es un imprescindible. Estoy convencido de que este Premio Eliezer Alantasi otorga prestigio a su autora y viceversa. Entre tanto, a mí me ratifica que el secreto más importante de participar en cualquier concurso no radica solo en ganarlo: su verdadero premio -como en tantas otras cosas de nuestra vida- asienta sencillamente en saberlo disfrutar.
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