martes, 17 de junio de 2014

Crónica desde Madrid

Aun cuando tenga mentalidad de pueblo y resida en una ciudad pequeña, guardo un recuerdo precioso de los casi diez años que estuve viviendo en Madrid. Desde el primer día me sentí allí muy bien acogido, y son muchas las amistades forjadas a lo largo de ese tiempo. Quizá por ello, cuando las circunstancias nos lo permiten, procuramos visitarla algún fin de semana para disfrutar de tanta singularidad.
En estos días que vuelvo a la capital a presentar mis Nanas para un Principito, me he sentido de nuevo bienvenido. El domingo por la mañana fueron muchos -muchísimos- los amigos y lectores que se acercaron a saludarnos y a que les firmásemos su ejemplar en nuestra caseta de la Feria del Libro. Allá estuvieron José -el más madrugador-, Loreto -justo después de acabar su enésima carrera popular-, Javier -poniéndole cara a nuestra amistad en Facebook-, Mónica -a quien hacía una década que no veía-... Y así, uno a uno, hasta formar una fila extraordinaria que no envidiaba en nada a la de cualquier otro escritor.
Mil gracias a todos, por vuestro cariño, por vuestra cercanía, por estar siempre ahí... Y por haber contribuido a que en apenas un mes la primera edición de esas Nanas para un Principito esté prácticamente agotada.

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