Siguiendo la costumbre de cada
año, tras firmar los ejemplares de mis obras en la última Feria del Libro de
Madrid, me perdí entre sus casetas en busca de nuevas lecturas. Era un domingo
de lujo para un Retiro majestuoso. Había sol, buen tiempo, mucho público, decenas
de actividades, cientos de autores… De entre ellos, descubrí a ese genio del
humor llamado Forges, a ese tal Joaquín Sabina que hace magia con su música, a
Almudena Grandes, a Lorenzo Silva, a un ingenioso Carlos Salem… Y también a otro
escritor que hasta entonces desconocía: Claudio Cerdán.
Al llegar a casa con dos
bolsas repletas de aventuras, decidí empezar precisamente por la que me ofrecía
este último autor: su obra Un mundo peor (Ediciones Versátil), nominada a “Mejor
Novela” en el certamen “Valencia Negra 2014”. Admito que a priori –con una
trama cruda y unos personajes que se aventuraban desalmados- parecía estar en
las antípodas de mi Literatura. Sin embargo, ya adelanto que no me equivoqué en
aquella decisión.
La historia comienza cuando
un expolicía metido a detective, obsesionado por la desaparición no resuelta de
su hijo de seis años, acepta el encargo de buscar a otra joven desaparecida. Su
vida personal y familiar resulta un desastre que apenas encuentra alivio en el
alcohol. Poco a poco la trama se va enredando, manteniendo una tensión propia
de las mejores secuencias del género. Así derrocha intrigas, sobresaltos,
dureza en las acciones y en las palabras. Pieza a pieza.
La fluidez de su lenguaje –lleno
además de sabias reflexiones- y la agilidad de su estilo mantienen al lector permanentemente
con ganas de saber qué pasará. Para terminar, ese puzle cuadra magistralmente
con un final que sorprende y convierte en esperanza; quizás incluso en guiño para
todos cuantos merecen/merecemos una segunda oportunidad.
Como lector, confieso que he
disfrutado muchísimo con Un mundo peor. Me ha entretenido, me ha robado el
sueño, e incluso desde los planteamientos de sus protagonistas, me ha prestado
argumentos para reflexionar. Hacía tiempo que una novela no me enganchaba
tanto. Por ello, solo me queda dar las gracias a su autor, desearle el mayor de
los éxitos –si bien estoy absolutamente convencido de que llegarán-,
recomendarlo de corazón y anunciarle que, aunque nuestros estilos literarios
sean tan dispares, ya me incluyo en su lista de seguidores. No en vano, como
decía al principio, las personas también somos animales de costumbres.
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