Bernardino –como antes lo fueran todos sus
progenitores desde su tatarabuelo- es un maestro en el arte de contar. Procura
ser breve, pues lo que resulta largo no puede quedar bonito. Procura ser
optimista, que una persona positiva se alía siempre con las posibilidades
positivas. Procura ser sincero, no diciendo la verdad,
sino sintiendo de verdad lo que dice. Y procura ponerle sentimiento, a
sabiendas de que la Literatura no es inocente ni espontánea.
- Ojalá –como
él sostiene- las palabras se parecieran a las cerillas y después de usadas
pudieran guardarse en cajas.
- Ojalá –como repiten sus hijas.
Para los niños del pueblo, lo mejor de que llegue la
hora de acostarse son los besos de buenas noches. Para estas niñas, el cuento
de papá. Ramona, la menor de entre ellas, se ha vuelto a quedar dormida. Quizá
por ser tan pequeña se pierde siempre el final. Irene habría preferido otra
aventura con dragones y princesas. Las demás desperezan, a punto de rendirse
ante sus sueños. Son demasiado inocentes para tener tanta historia.
La familia es el espacio donde aprendemos a ser.
¡Hasta mañana…!
Nota: Párrafo perteneciente al capítulo titulado Cuando callan las campanas, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.
1 comentario:
Adjunto el enlace al Periódico Irreverentes, en el que pueden leerse algunos párrafos más de este libro:
http://periodicoirreverentes.org/category/siete-paraguas-al-sol/
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