miércoles, 1 de abril de 2015

En esta Semana Santa

Hablando de palabras, admito que perdonar es otro de esos verbos que no acaba de convencerme. Porque hay muchas personas –y muchos niños- que cometen una falta, piden perdón y parece que por ello estás obligado a dispensarle, actuando de nuevo como si nada hubiera ocurrido. No sé… Mis papás han vivido tantas disculpas en falso que existen personas a las que le da lo mismo perdonar que no. Y es que, aun cuando sea un infinitivo cargado de generosidad, no implica que nadie pueda dañarnos cuando quiera.
Hablando de Semana Santa, confieso que me gusta asistir a las procesiones que organiza mi cofradía. Cuando sea grande, portaré las tallas como mi abuelo y los miles de papones que ahora le acompañan, para seguir con esa tradición. Aprenderé el significado de otros verbos imprescindibles: rasear, o andar rozando la suela con los adoquines para no pisar a nadie –en especial a quienes van descalzos-; pujar, o llevar a hombros un paso; bailar, o mover las figuras al son de la marcha… Y aunque amenace tormenta en algún Viernes Santo, prometo aplicarme esa máxima de vida que aprendí de mi papá: que llueva no depende de ti; que lleves paraguas, sí.

Nota: Párrafo perteneciente al relato Únicos en su especie, incluido en mi libro Nanas para un Principito.

No hay comentarios: