viernes, 24 de julio de 2015

Irene eres tú

"Irene eres tú". Así lo refería uno de mis lectores en el último email recibido a propósito de mi libro Siete paraguas al sol... ¡Y puede que, siendo médicos ambos, no le faltara razón! Por eso, a través de la descripción de ese personaje en la novela, comparto este texto para desearos desde él un fin de semana sencillamente genial.
Mil sonrisas y, por supuesto, nos seguiremos contando a partir del lunes.

Irene, la sexta hija de ese campanero llamado Bernardino, conjuga sus verbos en esta ciudad (Bagdad) ubicada a orillas del río Tigris. Sabe que vivir equivale a seguir, a creer realmente en lo que estamos haciendo, a salir de ti mismo para que puedas entrar. A llenar cada mañana los pulmones de aire, el corazón de sosiego, el alma de ilusiones... Y hacerlo serenamente, sin prisas ni ambivalencias, tratando de ser más aunque parezca de menos.
Vivir significa asimilar. Tener la certeza de que desde la nada puede conseguirse todo, que lo nuestro va antes que lo mío. Primero oír, luego escuchar, por último entender... Recordando que solo se enfada contigo quien espera algo de ti. Por eso, ha aprendido a no esperar.
Vivir significa tener sed. De amor, de infinito, incluso de agua.
Y por supuesto, vivir significa sobrevivir.
Aquella niña a quien contasen mil cuentos, que tuviera en el pastel de calabaza su postre favorito, se ha convertido en una mujer. Y es que a veces el tiempo pasa tan deprisa que deberían multarle por exceso de velocidad.

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