Rocío y Javier son además unos grandes viajeros. Cuando estuvieron en la India, visitaron Anantapur para constatar la obra de la Fundación Vicente Ferrer. Siempre sensibles con su labor, quedaron impresionados. Allí conocieron a Anna Ferrer -mujer de Vicente y actual Presidenta de la Fundación-, en quien descubrieron una mujer extraordinaria y a la que tuvieron el detalle de obsequiarle con mi novela Mi planeta de chocolate.
Ayer por la tarde coincidieron con ella de nuevo en un encuentro sobre solidaridad impartido por Anna Ferrer en Valladolid. Se saludaron muy cordialmente, se emplazaron para otro viaje quizá antes de lo que ellos mismos piensan y le preguntaron su opinión sobre aquel libro que le habían regalado. Anna respondió que le encantó... Entonces ellos, entre sonrisas y afecto, volvieron a lucir el detalle de corresponder a su amabilidad con otro ejemplar de mi siguiente novela: Siete paraguas al sol.
Mil gracias, Rocío y Javier, por vuestro gesto, vuestra sensibilidad, vuestra manera de ser... vuestra amistad. Y otras tantas a Anna Ferrer por su compromiso, su constancia, su trabajo... Y entre todo eso, por haber dedicado a leerme una parte de su tiempo.
2 comentarios:
Con la sensibilidad que tiene que tener Anna Ferrer no me extraña nada que le guste Mi planeta de chocolate.A mi me parece un libro de los que te pone la carne de gallina.Felicidades y también por tener esos amigos que te lo mereces.Besines para el guaje
Buenos días, Ana Luna:
Mil gracias por tu mensaje. En efecto, además de trabajadora y fiel a su compromiso, Anna Ferrer me parece una persona muy sensible. ¡Solo así ha podido hacer todo cuanto ha hecho!
Comparto también contigo que a "Mi planeta de chocolate" yo le tengo un cariño especial. Aunque esté mal decirlo porque soy su autor, me encanta su historia, lo que hay detrás de ella, su protagonista (ese Benito Expósito Expósito tan cargado de inocencia), su máxima de vida (cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate). Además me permitió sentirme escritor y contactar con dos descendientes de exiliados en México que pasaron por esa vivencia que cuento en la novela.
En cuanto a Rocío y Javier, son dos personas majísimas. Estoy encantado de tenerlas por amigos, si bien admito que debería cuidarlos aún más.
Tomo esos besines para mis "guajes". Se los daré.
Mil sonrisas, buen finde.
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