Hacía tiempo que no reseñaba ningún libro. Concretamente desde que cierto autor malinterpretó una crítica mía -o mejor dicho, dos líneas de entre casi cuarenta a propósito de su novela- y me respondió consternado mediante un email.
- ¿Acaso tú lo habrías escrito mejor?
Siempre dije que si camino por este universo de la Literatura es para disfrutar. No pretendo dinero (¡tampoco es que lo haya!), fama ni cualquier otro detalle que pudiera cambiar la vida que llevo. Me siento sobradamente pagado con lo que hago, ante alguna sonrisa que despierto y entre tantas personas conocidas. Sin embargo, tampoco quisiera herir sensibilidades ni generarme enemigos, opinando por demás sobre los libros que leo.
Quizá por ello, últimamente solo reseño aquellas obras que me gustan, y en especial si las ha ideado un amigo. Este es el caso de Días impares (LápizCero Ediciones), una colección de relatos y poemas que me encantan, tejidos por mi amiga Mercedes G. Rojo.
Con un estilo tan intimista como cuidado, y sin olvidar ese espíritu crítico que le caracteriza, su autora pone a prueba con ellos cada uno de nuestros sentimientos. Y así, a modo de trilogía, divide este legado en tres títulos que constituyen toda una declaración de intenciones: sensaciones, tragedia e intimidad.
En Días impares se nos habla de amores que otoñan y de miedos, de los refugiados, de mi luna llena, de ese mar que te llama, de tu primavera. Descubrimos rimas sencillas para asuntos complejos, historias particulares que podrían ser de todos. Porque como Marifé Santiago sintetiza en su prólogo, "una mujer ha aceptado la solemne tarea de escribir su alma". Conociendo a Mercedes G. Rojo, no podía ser de otra manera. Y por eso, yo os invito expresamente a que disfrutéis de su lectura.
miércoles, 18 de mayo de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario