La luna siempre ha
inspirado a las plumas más nocturnas, y por eso son muchos
los escritores y escritoras que crean sus historias por la noche, o al menos
una gran parte de ellas. Si a esa inspiración le añades la falta de tiempo
durante el día, la noche se torna el único momento destinado al goce de la
soledad.
En ese tiempo, y con la luna como vigilante y protagonista, Manuel Cortés escribió su reciente recopilación de cuentos, Catorce lunas llenas, dedicados esta vez a su segunda hija Amalia, con el objetivo de que la literatura creada por un padre lleno de amor pueda ayudarla a crear bonitas cosas en un mundo que no es el mejor ni el más perfecto, pero sí es el suyo.
Tras la publicación de Nanas para un Principito, que había escrito para su primer hijo Manuel, el autor zaragozano vuelve a demostrar que solamente los cuentos nos pueden hacer la vida más fácil y que la esperanza debe ser el pilar fundamental de la existencia. Por eso, en estas Catorce lunas llenas volvemos a ser testigos de las vivencias de Manuel por el mundo, que se resume en los viajes que ha hecho y en los cuales ha aprendido un poco de todos los seres humanos que poblamos este planeta tan diverso. Manuel es también médico, pero desde que su abuelo le contara relatos de pequeño, hizo de su vida un continuo cuento, en el que la esperanza es el color con el que se tapiza todo. Y es que puede haber momentos buenos y malos, pero lo que queda con la literatura de Manuel es que todo depende del prisma con el que se mire.
Catorce lunas llenas no es más que una continuación de ese primer compendio de cuentos dedicados a su primer hijo, y el sistema es el mismo. Y es que aquí se completan las historias con una serie de ilustraciones esbozadas por José Manuel Redondo Lolo, lo que añade más cuidado al libro que tenemos entre manos.
Literatura y arte se suman una vez más para demostrar que los cuentos no tienen una sola edad, sino que se recomiendan tenerlos en cuenta a lo largo de toda nuestra vida, pues son una fuente viva de enseñanzas y nos permiten recuperar la sensación de volver a ser niños.
A día de hoy, tras la lectura de todos los libros de Manuel Cortés, y tras muchas historias sobre su vida y sus cuentos, tengo la bonita sensación de que es ya como si lo conociese en persona.
La transparencia de su obra me hace evocar que lo que en ella se narra me lo estuviese contando a mí en un café un día cualquiera tras muchos años sin vernos. Esta es otra de las magias de ese arte llamado Literatura.
Nota: Reseña a propósito de mi libro Catorce lunas llenas, editado en el portal literario Lecturafilia.
En ese tiempo, y con la luna como vigilante y protagonista, Manuel Cortés escribió su reciente recopilación de cuentos, Catorce lunas llenas, dedicados esta vez a su segunda hija Amalia, con el objetivo de que la literatura creada por un padre lleno de amor pueda ayudarla a crear bonitas cosas en un mundo que no es el mejor ni el más perfecto, pero sí es el suyo.
Tras la publicación de Nanas para un Principito, que había escrito para su primer hijo Manuel, el autor zaragozano vuelve a demostrar que solamente los cuentos nos pueden hacer la vida más fácil y que la esperanza debe ser el pilar fundamental de la existencia. Por eso, en estas Catorce lunas llenas volvemos a ser testigos de las vivencias de Manuel por el mundo, que se resume en los viajes que ha hecho y en los cuales ha aprendido un poco de todos los seres humanos que poblamos este planeta tan diverso. Manuel es también médico, pero desde que su abuelo le contara relatos de pequeño, hizo de su vida un continuo cuento, en el que la esperanza es el color con el que se tapiza todo. Y es que puede haber momentos buenos y malos, pero lo que queda con la literatura de Manuel es que todo depende del prisma con el que se mire.
Catorce lunas llenas no es más que una continuación de ese primer compendio de cuentos dedicados a su primer hijo, y el sistema es el mismo. Y es que aquí se completan las historias con una serie de ilustraciones esbozadas por José Manuel Redondo Lolo, lo que añade más cuidado al libro que tenemos entre manos.
Literatura y arte se suman una vez más para demostrar que los cuentos no tienen una sola edad, sino que se recomiendan tenerlos en cuenta a lo largo de toda nuestra vida, pues son una fuente viva de enseñanzas y nos permiten recuperar la sensación de volver a ser niños.
A día de hoy, tras la lectura de todos los libros de Manuel Cortés, y tras muchas historias sobre su vida y sus cuentos, tengo la bonita sensación de que es ya como si lo conociese en persona.
La transparencia de su obra me hace evocar que lo que en ella se narra me lo estuviese contando a mí en un café un día cualquiera tras muchos años sin vernos. Esta es otra de las magias de ese arte llamado Literatura.
Nota: Reseña a propósito de mi libro Catorce lunas llenas, editado en el portal literario Lecturafilia.
1 comentario:
Sean estas líneas para agradecer sinceramente a RTVE-RNE de León la cobertura previa que han hecho de esta presentación, a través de la entrevista que hoy por la mañana me ha realizado Conchi en su programa de Radio 5 (102.2). Muchas gracias y muchísimos cuentos.
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