La verdad es que me acuerdo mucho de mis padres. Y en ese acordarme de ellos, comparto que tal día como hoy, hace ya unos cuantos años, se conocieron. Fue en un baile vespertino de domingo. Papá presumía de que la conquistó con sus cambios de ritmo. Mamá siempre dijo que afortunadamente no fue por eso.
Cada tres de noviembre lo celebrábamos en casa de una manera especial. Nuestros postres de ese día sabían a chocolate.
Sigo lamentando que se marcharan así, tan pronto y por esa imprudencia de un tercero; aunque eso sí, juntos, como siempre vivieron desde aquella tarde.
Confieso que les sigo sintiendo cerca y, sinceramente, creo que acostumbran a ir conmigo: allanando mis montañas, susurrándome algún cuento, jugando al lado mismo de Manuel pequeño o Amalia... Y cómo no, pintándome las mil sonrisas que desde aquel domingo lejano se deseaban cada mañana.
El chocolate se está calentando. ¡Feliz aniversario, papás!
jueves, 3 de noviembre de 2016
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