sábado, 9 de mayo de 2020

Mis gafas de epidemiólogo

Asumo que en semanas como estas, siendo epidemiólogo de guardia de mi Área sanitaria, me cuesta desconectar de tal condición. Por un lado, ando pegado al teléfono por si se declara cualquier alerta, e incluso alguna noche me levanto sobresaltado creyendo haberlo oído cuando en verdad nunca sonó. Por otro, en esos paseos diarios con mis hijos -siempre con mascarillas, de menos de una hora y a no más de mil metros de casa- o al trabajo -siempre con mascarilla, cien apuntes y un salvoconducto-, contemplo la realidad con esas mismas gafas de sanitario. Y he de admitir que a menudo no me gusta lo que observo a su través.
En estos tiempos del Coronavirus, mi provincia seguirá anclada en la llamada Fase Cero, con el revés añadido de que desde este mismo jueves hemos tenido un repunte significativo en varios indicadores. De hecho, soy de los primeros que se entera, pues soy quien maneja estos datos.
Cuando lo hago, y reconociendo también a esa mayoría respetuosa, repaso algunos detalles vistos con aquellas gafas de epidemiólogo: chiquillos en bicicleta fuera de su horario, corrillos de personas sin respetar las distancias mínimas, aquel grupo de jóvenes compartiendo charla en un banco, tres guantes y dos mascarillas arrojadas a la ribera... 
Por ello, desde la autoridad sanitaria que en esta semana se me supone, quisiera insistir en la importancia de no bajar la guardia, de cumplir con las medidas preventivas, de recordar que el maldito virus sigue circulando... de saber que aunque de momento no existe vacuna, existen medidas eficaces para protegernos. Y siempre recordando que una de ellas -quizá la más importante- será nuestra actitud.

No hay comentarios: