A los 11 de Burdeos

Estoy convencido de que una de las razones por las que nuestro hijo Manuel juega a Balonmano es porque acude al Colegio Marista San José, en León. Allí, desde segundo curso de Educación Infantil, comenzó a practicar dicho deporte y a participar en las ligas escolares convocadas en sus distintas categorías. Siendo Benjamín, su colegio se proclamó campeón de la provincia e incluso ganaron la edición de aquel torneo nacional en Puente Viesgo, trayéndose consigo la vitola de máximo goleador.

Partido a partido, tanto a tanto, entrenamiento a entrenamiento, Manuel ha ido creciendo como persona y deportista hasta convertirse en el jugador Infantil que es hoy: con sus muchos fuertes -por delante de su potencia de tiro, me quedo con ese espíritu de equipo- y sus margenes de mejora... Siendo además integrante del Proyecto Horizonte24 de la Federación y posiblemente el balonmanista más joven convocado esta temporada para asistir al Centro de Tecnificación Deportiva de nuestra Comunidad. La próxima semana, junto a su club Abanca Ademar, competirá en la fase final de su categoría por el campeonato de Castilla y León. Si pasan ronda, jugarán el nacional.

Por eso, en este fin de semana que se cumple medio siglo de su gesta, queremos dar las gracias a aquellos jugadores de Balonmano de su mismo colegio que son para él espejo donde mirarse, al haberse proclamado por entonces subcampeones escolares del mundo. Los llamados 11 de Burdeos fue otro grupo de alumnos Juveniles, enamorados de un balón como nosotros, que obtuvieron la plata en aquel torneo a pesar de mil adversidades... Ni siquiera pudieron concentrarse previamente, ni siquiera contaban al cien por cien con la confianza de ese otro referente del Balonmano marista: el Hermano Tomás. Y es que, como trato de explicarle cada día a mi hijo -y de seguro que le explican en su cole-, la clave de tal éxito asienta en dos bastiones: además de no rendirse nunca, creyeron en ellos hasta el final.