Recientemente he tenido ocasión de leer la última obra de mi
amigo y compañero Manuel Cortés Blanco, titulada Catorce Lunas Llenas,
con la que ganó el XXXVIII Certamen Literario “Carta Puebla”. Manuel se
define a sí mismo como un cuentacuentos, y efectivamente, este libro es un gran
cuento, o mejor dicho, un cuento de cuentos, dedicado a su hija recién nacida,
Amalia.
El hilo conductor es el desenfadado proyecto de construir y
enviar un cohete a la Luna, emprendido por el abuelo de Manuel y los suyos
justamente en el año en el que el hombre pisó al fin el satélite, 1969. A
medida que transcurre esa historia, Manuel nos va relatando catorce cuentos,
todos ellos relacionados con la Luna, en su mayoría relatos tradicionales que
le fueron narrados a él mismo en los diversos países a los que le ha llevado su
labor como médico, psicólogo y colaborador con distintas ONG.
En cada uno de los catorce capítulos de la novela, y al hilo
de alguno de sus viajes o vivencias, el autor nos expone sus reflexiones, de
corte emotivo y humanista, acerca de diversos temas: la familia, la violencia,
el consumismo, la pobreza… Seguidamente comparte con nosotros un relato
que a su vez alguien le ha contado a él, todos relacionados de alguna forma con
la Luna, y termina entroncando con el viaje de mentirijillas al mencionado
astro que planeó su abuelo.
Manuel sigue fiel al estilo literario que domina el resto de
sus trabajos, basado en los juegos de palabras, los paralelismos, los
retruécanos, chispas de ingenio tiernas y ocurrentes con las que busca hacer
llegar su mensaje de humanidad y calidez. Pero su persuasión no se basa tanto
en los argumentos, como en ejemplos sacados de la vida misma, y sobre todo en
sentimientos. Es una prosa suave y afectuosa, que causa la impresión de alguien
que te estuviera hablando muy de cerca, quizá junto al oído.
Pero más allá de eso, Catorce lunas llenas es ante todo un
libro de cuentos, como queda claro con el decálogo que abre la obra, antes incluso
del índice y el prólogo. Toda una declaración de intenciones: los Derechos de
los niños a escuchar cuentos. Y es que esta obra puede leerse también como una
colección de cuentos exóticos, engarzados todos ellos a su vez en un cuento
mayor. Van de la aventura al dramatismo, pasando por la explicación mitológica,
pero, bajo el sello común que les imprime la narración de Manuel, todos ellos
tienen en común su mensaje altruista, en absoluto reñido con un fondo de
pragmatismo y sentido común. Son de destacar también las atmosféricas
ilustraciones de cada uno de los relatos, por parte del genial dibujante
leonés José Manuel Redondo García, Lolo,
muy conocido por su trabajo en diversos periódicos de la provincia y la
Comunidad.
En suma, un libro interesante tanto por sus cuentos como por
sus reflexiones, pero más aún por su fondo afectivo. No hay mejor forma de
definir y resumirlo que las palabras de su propio autor: “La obra constituye un
compendio de cuanto he aprendido en la vida, aunando estas cinco facetas de mi
personalidad: la de médico, la de escritor, la de viajero, la de cuentista, y
ahora también la de padre”.Nota: Reseña publicada a propósito de mi libro Catorce lunas llenas, por el escritor Manuel Martínez en su blog https://vaguedadesilusorias.wordpress.com
1 comentario:
https://vaguedadesilusorias.wordpress.com/2016/10/27/resena-catorce-lunas-llenas-de-manuel-cortes-blanco/
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