jueves, 17 de septiembre de 2020

La locura del remero

El compañero que me sustituyó durante aquellos días de descanso se refirió a mi despacho como ¡una puta locura! Y a mí, aun sin gustarme demasiado ese adjetivo, debo reconocer que en estos tiempos del Coronavirus no pudo definirlo mejor. Vengan de la UCI del Hospital o de la mismísima Fiscalía, las decenas de papeles que entran a diario en nuestra Sección comienzan a hacer montaña. Sea del director de cualquier residencia para mayores o de alguna madre preocupada por las medidas tomadas en el colegio, esas cien llamadas telefónicas no es que se superpongan...¡es que sin haber cerrado una conversación, ya me están pasando notas de los despachos de al lado porque les han llamado a ellos preguntando por mí! Y la mayoría con un componente notable de responsabilidad. 
Lo dicho: una locura, aunque yo no le ponga calificativo.
Durante esta semana se han sumado a ese listado las consultas de distintos alcaldes de mi provincia, pertenecientes a municipios de lo más variados. No obstante, y aun militando hasta en tres formaciones distintas, muchos coinciden en el enfoque de su discurso: les preocupan las tasas de su pueblo -algo que parece loable-, apuntan a algún responsable de cuanto está sucediendo -habitualmente de otras administraciones- y manifiestan cierto grado de enfado hacia nuestra labor. ¿Por qué no cuentan con nosotros? ¿Le parece normal que sea yo quien le llame a usted y no sea a la inversa?  
A estas alturas de la realidad, les respondo que actualmente en mi provincia hay 211 ayuntamientos, con sus respectivos alcaldes, concejales, asesores y demás... ¡Y un solo epidemiólogo oficial! Es cierto que cuento con la ayuda inestimable de otros médicos y sanitarios debidamente formados, sin los cuales resultaría imposible sacar adelante el trabajo que tenemos... Pero sinceramente, me gustaría que supieran las ratio que recomienda al respecto la Unión Europea. En tales circunstancias, ¿quién resultaría imprescindible? 
Aunque procure atenderles cortésmente y empatizar con su rol, a menudo me viene a la mente esa historia de los patrones y el remero. ¿No tendrá algo que ver para llegar los últimos a la meta que haya tantos de unos y tan poco de otros? Al final, como en el chiste, la conclusión parece clara: el remero es un incompetente.
Quizás esté resultando irrespetuoso o incluso acabe revelando datos que no debiera. Si fuese así, admito que a veces me dejo arrastrar por aquella locura que describiera mi sustituto... Eso sí: sin adjetivos.

5 comentarios:

Silvia Cortés Ramírez dijo...

Tienes todo mi respeto, ADMIRACIÓN y solidaridad!

Juan Patricio Lombera dijo...

Ánimo Manuel. Cada día que pasa estamos más cerca de la solución. Un fuerte abrazo

Unknown dijo...

Mucho ánimo, Manuel! Un abrazo.

Manuel Cortés Blanco dijo...

Buenas noches y mil gracias a
por vuestros mensajes.
Nos seguimos cuidando para seguirnos contando.
Mil sonrisas.

Cristina dijo...

Mucho ánimo y muchas GRACIAS Manuel por todo lo que haces. Cris.