Hoy viernes 28 de noviembre se celebra por cuarto año consecutivo el Día de las Librerías. Espero poder celebrarlo perdiéndome en alguna. No obstante, vaya antes desde aquí mi felicitación sincera, junto a un fragmento de esas Nanas para un Principito, para todas aquellas personas que -incluso en estos tiempos- apuestan por vivir del libro.
Una de las cosas que más me gusta hacer es ir con
mis papás a la librería y revisar juntos alguno de sus libros. Allá dentro
los hay de todo tipo: de princesas, de brujas, de animales, de piratas, de lo
que tú quieras, de lo que tú necesites… Los destinados a los adultos resultan
de lo más aburridos, pues solo contienen letras. Sin embargo con los nuestros
lo pasas fenomenal. Algunos son desmontables, otros se colorean; si a este le
aprietas aquí, suena un timbre; si a aquel le tocas allá, muestra diferente
tacto… Y así permiten entre todos una fiesta de los cinco sentidos. En la sala
infantil solemos acumularnos bastantes niños; y aunque parezca imposible,
solemos guardar silencio. No conozco otro sitio en el que esta norma surta tal
efecto. Quizá porque entre tantos volúmenes, no buscamos aventuras; dejamos que
sean ellas las que nos encuentren.
viernes, 28 de noviembre de 2014
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