Dejo
constancia por escrito: me ha encantado mi primera experiencia con la Música. En aquel concierto
al que fui con mis papás, sonaba un arpa: diez dedos funambulistas haciendo
equilibrios entre cien cuerdas flojas... Había un piano, ese cofre de la isla
del tesoro que en vez de joyas contiene melodías... Estaba la flauta, que
aunque pueda parecerlo nunca suena por casualidad... También una armónica, tan
fácil de llevar en el bolsillo que con ella las notas siempre te acompañan. Por
supuesto, tambores prohibidos a deshoras, trompetas que parecen surtidores,
triángulos que no asistieron a clase de geometría, guitarras con forma de
ocho… Y, cómo no, la batuta de su director;
una varita mágica, capaz de coordinar a todos ellos hasta conseguir que su
sonido supere en hermosura a sus silencios.
La
Música es el arte mayúsculo de las musas, aunque se escriba en diminutivo. En
cualquiera de sus formas constituye otra de esas pasiones que integra la
condición humana. A su lado, la soledad se torna compañía; el miedo se hace
coraje; la indiferencia, sonrisas. Deseo seguir vinculado a ella. Porque he acabado descubriendo que esa Música es otro
de los recursos que ofrece la vida para ser y sentirme mejor.
Nota: Párrafo perteneciente al relato Concierto para año nuevo, incluido en mi libro Nanas para un Principito.
Felicidades a cuantos viven, sienten y disfrutan de ese arte tan especial.
2 comentarios:
FELIZ DÍA DE LA MÚSICA MANUEL.
Mil gracias, amiga Cristina. Por supuesto, nos seguiremos contando. Mil sonrisas.
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