jueves, 23 de junio de 2016

Decálogo para un verano saludable

Desde el Proyecto Solidario Los Argonautas, al que pertenezco como psicólogo asesor, me han pedido un Decálogo para un verano saludable, a difundir entre sus miembros y aquellas personas sobre las que actúan. Lo comparto también con vosotros, añadiendo un último punto que se quedó en el tintero durante su elaboración: que ni en uno solo de sus días nos falten motivos para sonreír.

1.- Evitar salir de casa durante las horas centrales del día (entre las doce del mediodía y las seis de la tarde), así como el empleo de máquinas u otros elementos en su interior que pudieran elevar la temperatura. Si fuese preciso, refrescarse con una ducha/baño o mediante el uso de ventilador/aire acondicionado. En ese periodo, bajar persianas y cerrar ventanas. Mantenerlas abiertas durante la noche para ventilar.
2.- Evitar la realización en dicha franja horaria de cualquier actividad física innecesaria. De practicar un deporte, mejor a primera hora de la mañana o a última de la tarde. En el caso de tener que realizarla, no olvidar los descansos, permanecer a la sombra, vestir con ropa apropiada y respetar la ingesta de líquidos. En este sentido, las bebidas isotónicas de los deportistas podrían constituir un recurso a considerar.
3.- De tomar el sol, evitar la exposición mantenida (en ningún caso, más de dos horas seguidas) y directa. Procurar hacerlo de manera progresiva, utilizando los factores de protección apropiados a cada tipo de piel (siempre superiores a “15”, aplicados al menos media hora antes de exponerse), renovándola como mucho cada dos horas y cada vez que se salga del agua. Utilizar gafas con filtros (los de categoría “3” se consideran adecuados para la protección solar en la mayoría de las circunstancias). Usar ropa de tejidos naturales, ligera y holgada, de colores claros, calzado cómodo que transpire, abanico para airearse y sombrero para la cabeza.
4.- Optar por una alimentación fresca, ligera y natural, regular, en pequeñas cantidades y en especial consumiendo alimentos refrescantes que aporten agua a nuestro organismo (frutas, hortalizas frescas, ensaladas).
5.- Mantener los alimentos en el frigorífico y vigilar sus medidas higiénicas de conservación. Insistir en la importancia de su correcto lavado y manipulación. Moderar el consumo de alimentos fácilmente contaminables por el calor (como salsas o ensaladas).
6.- Salvo que exista contraindicación médica, beber más líquidos sin esperar a tener sed, en especial agua y zumos de fruta naturales, ligeramente fríos. Limitar el consumo de bebidas alcohólicas, cafeinadas (ambas facilitan la pérdida de agua en nuestro organismo), excesivamente frías o muy azucaradas (las que, paradójicamente, nos generarían más sed), así como las comidas copiosas o con alto contenido en grasas.
7.- De estacionar el coche, evitar permanecer en su interior con las ventanillas cerradas. Procurar la sombra y utilizar su aire acondicionado.
8.- Considerar especialmente estos consejos en niños, mayores y otros grupos de riesgo (como enfermos crónicos o personas con determinadas discapacidades), dado que podrían tener alterada su capacidad de adaptación a los cambios de temperatura, así como su percepción de la sed.
9.- De padecerse algún problema de salud, consultar a su médico por si requiriera de cualquier otra medida, seguir tomando los medicamentos que tuviese prescritos (conservándolos en lugar fresco y seco), no automedicarse en ningún caso.
10.- Aprender a reconocer los problemas de salud que podría producir un exceso de calor: desde calambres a síntomas de agotamiento. En el supuesto de encontrarse mal a consecuencia de esas altas temperaturas, solicitar la ayuda correspondiente (incluida, si fuera precisa, la del Servicio de Emergencias del 112).

1 comentario:

Manuel Cortés Blanco dijo...

http://losargonautas.org/2016/06/decalogo-verano/