jueves, 9 de junio de 2016

Pedaleando

De siempre he abogado por el uso de la bicicleta como medio de transporte. Me manifesté a favor de la habilitación de carriles-bici en mi ciudad reclamando más espacio entre tantos coches, he sido y me he sentido cicloturista, vivo encantado en una capital que visitan a diario miles de peregrinos mientras realizan a pedales su Camino de Santiago, e incluso pertenezco a una ONG -Asociación Mundo Ético- que organiza una marcha mensual llamada Bici Crítica con el fin de festejar y reivindicar el uso de la bicicleta con tal fin.
Todos los veranos en el pueblo me hago sobre el sillín distintas kilometradas. Y en uno de los últimos cumpleaños, el regalo que recibí fue precisamente un casco de ciclista.
Creo en la bicicleta como medio ecológico, eficiente, sostenible, saludable... A sabiendas además de que quien mueve las piernas, mueve el corazón.
Desde esa convicción, descubro recientemente algún percance cercano derivado del uso imprudente -que en absoluto mayoritario- de ese medio. Concretamente, el atropello de un niño por un ciclista que discurría a velocidades desproporcionadas en cierta zona peatonal, y ese choque frontal contra un vehículo provocado por otra bici que circulaba en sentido contrario al establecido. Dicha percepción coincide con la noticia según la cual tales accidentes han aumentado un 20% solo en el último año.
Al igual que defiendo a las bicicletas como medio de transporte, abogo por su uso responsable. Quien se sube a una de ellas debe conocer sus derechos y deberes, tomar las oportunas medidas preventivas, asumir las normas de circulación... Y sobre todo, respetar en ese uso al resto de sus conciudadanos.
Será que como bien apuntara aquel genio llamado Einstein, "la vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio solo hay que seguir pedaleando".

No hay comentarios: