Nuestra sociedad no anda sobrada de sonrisas. Quizá
porque consideramos la seriedad como un valor al alza, propio de personas
maduras, prudentes y responsables... Quizá porque vivimos tan deprisa que ni
siquiera tenemos tiempo para saborearlas. Y en esa secuencia contra reloj
olvidamos que estar triste, aun cuando no lo ponga en ninguna cajetilla,
perjudica seriamente la salud.
A fin de conjugar correctamente el verbo
sonreír, tampoco basta con mover hacia arriba los músculos de la boca; resulta
fundamental expresar la emoción. Solo así seremos capaces de sentirla: siendo
constantes, siendo vitales. Solo así liberamos endorfinas –unas sustancias
químicas que nos permiten estar mejor-, rebajaremos tensiones, estimulamos el
sistema inmunitario –disminuyendo con ello el riesgo de enfermar-, ensanchamos
la vida, exteriorizamos más fácilmente cualquier emoción, le decimos al otro
que no está solo, a nosotros mismos que tampoco lo estamos, inoculamos
entusiasmo… Con cada carcajada activamos más de cuatrocientos músculos,
incluidos algunos que solo se ejercitan al mover el diafragma… E introducimos
el doble de aire en nuestros pulmones, mejorando con ello el rendimiento
cardiovascular. Son el esperanto del optimismo, esa moda que no pasa, un
pegamento social. Por eso no es de extrañar que solo tres minutos de risa
continuada resulten tan saludables como veinte minutos marchando en bicicleta o
casi una hora estando en relajación. Además, al igual que las vacunas, ejercen
el conocido como efecto rebaño: si yo me vacuno, protejo a mi grupo; si
estoy contento, transmito esa alegría alrededor. Ahí radica el secreto de que
una misma película nos divierta más en el cine que en casa; el humor se
contagia y, por lo general, nos reímos más cuando estamos acompañados.
Desde
ese sentido del humor y con educación podemos criticar cualquier cosa: desnudar
a reyes, vestir al mendigo y hasta imitar a ese tiempo que acabará poniendo a
cada cual en su sitio. Porque la principal razón para que alguien te sonría
está en que tú le sonrías. Y siempre sin contraindicaciones ni efectos
secundarios.
1 comentario:
Comparto este texto que escribí para nuestro Proyecto Solidario Los Argonautas y que precisamente esta misma mañana han subido a su blog. Mil gracias a todos por estar ahí. Nos seguiremos contando. Mil y una sonrisas.
https://losargonautas.org/2016/10/el-poder-terapeutico-de-una-sonrisa/
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