jueves, 14 de octubre de 2021

Diversión sí, pero no así

En otro de esos paseos por la ribera junto a mi amigo Nicasio, comentamos la basura acumulada en varios puntos en los que estos días se han celebrado botellones. Vidrio por decenas, latas a cientos, plásticos por doquier... Ciertamente, parecen vertederos. 
No entendemos ese resultado del divertimento. Como tampoco que en la excursión que hizo Nicasio por las montañas del Bierzo descubriese que alguien se había dedicado a cambiar malintencionadamente las señales de orientación, estando a punto de precipitarse por un barranco. Desde luego, si quien fuera pretendía gastar una broma, estuvo a punto de convertirla en tragedia.
No comprendemos cómo tres usuarios del Taxi de Zaragoza introducen en el vehículo que acaban de parar un litro camuflado de cerveza y, cuando el taxista les indica que no pueden entrar con él, lo vierten sobre sus asientos inutilizándolo para el servicio. ¡Sonríe, que estamos en fiestas!, resopla el más alto. Me consta que tal taxista pretendía saldar algunas de sus facturas con lo que obtuviera en esa noche de trabajo.
Y desde luego no nos cabe en la cabeza que a esas mismas horas, en plena celebración de la ciudad, otro grupo se dedicara con alborozo a arremeter contra cierto hotel -precisamente ese en el que nos alojamos cuando vamos allí- arrancando sus letras o arrojando botellas contra la fachada, mientras eran jaleados por una multitud. Según el parte de prensa, hubo cargas policiales, numerosos destrozos, varios heridos y casi veinte detenidos. Ciertamente, parecía otro campo de batalla.
Ante una realidad en la que políticos que enarbolaron el azote contra las puertas giratorias acaban siendo vicepresidentes de multinacionales o ni siquiera los fueras de juego son ya lo que eran, quizá todos estemos confundidos. Mas nunca deberíamos perder nuestro norte... Divertirse no implica realizar actos vandálicos o incívicos en general. Divertirse ha de ser algo sano, incluso un derecho universal, ejercido -eso sí- con alegría y responsabilidad. De ahí que aboguemos como siempre por la tolerancia; por esa diversión saludable y necesaria en la que todos tengan cabida y a nadie -ni siquiera a uno mismo- se le falte jamás al respeto.

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