Lo que está pasando con Nanas para un Principito (MAR Editor), ilustradas por la genial Raquel Ordóñez Lanza, cuesta de entender. Diez años después de su publicación, junto a mis recientes Catorce lunas crecientes (Editorial Péndula), se ha convertido en nuestro libro más demandado en esas sesiones de cuentacuentos y el que últimamente está recibiendo mejores críticas.
Y para celebrarlo, nada mejor que compartir unos párrafos del mismo:
"Poco
a poco voy comprendiendo el mundo de los mayores –lleno de contradicciones,
papeles, despistes y paradojas- que resumiría en este decálogo de obligado
cumplimiento:
1. Cuando
dicen no tengo tiempo, acostumbran a
pensar no tengo ganas.
2. Aunque
se despidan con un ya te llamaré, es
posible que no te llamen nunca.
3. Por
el metro que midas, te medirán.
4. Cuanto
más hablan de algo, más lo adornan.
5. Sea
lo que sea, di las cosas como son. Las indirectas nunca funcionan.
6. Cuantas
más ansias tienen por arreglar las vidas de los demás, más desastrosa es la
suya.
7. Lo
verdaderamente importante, ni se vende ni se compra. Quizá por eso, a menudo esconden sus miserias detrás del dinero.
8. Cuando
buscan alguien que les escuche, suelen encontrar alguien que les grita.
9. Con
quien bien te quiere, sé paciente. Tarde o temprano te hará reír.
10. Aun
reconociendo que ningún día es bueno para esperar, no desesperes jamás.
Lo
advertí: se trata de un decálogo de obligado cumplimiento si bien, después de
leerlo pausadamente, recuerda más a un manual de supervivencia. Como diría
cualquiera de mis parientes, para esas conclusiones ya estaba el refranero: No mandes a quien mandó, ni sirvas a quien
sirvió. Porque a modo de corolario, las personas más felices no siempre
tienen lo mejor de todo. Eso sí: sacan lo mejor de todo".
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