En estos días se viene celebrando la
28ª Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), y he de confesar que me encantaría estar allí. Primero porque ya estuve en su día en la
Feria de Frankfurt, anhelando repetir como escritor aquella experiencia inolvidable. Segundo, porque me consta que en ella está la distribuidora de mi editorial promocionando otra vez mi libro
Mi planeta de chocolate, parte de cuya trama se desarrolla en tierras aztecas. Tercero, porque el segundo país desde el que más entradas tengo en este blog es siempre México, contando en él además con un grupo importante de lectores. Cuarto, porque las dos veces que lo he visitado -una como turista, otra como cuentacuentos en un certamen de narración oral-, me han tratado estupendamente. No en vano, es por eso que uno de los relatos de mis
Nanas para un Principito se desarrolla dentro de sus fronteras. Y quinto, porque por todo ello he aprendido a quererle, a amar su cultura, a interesarme por las noticias que nos llegan, a llevarlo dentro de mi corazón.
México, lindo y querido... Me sobran razones para recordarte, nos sobran razones para volvernos a ver.
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