miércoles, 7 de octubre de 2020

Paseos en tiempos del Coronavirus

Me gusta pasear con mi amigo Nicasio por la ribera del Bernesga. Allí compartimos razonamientos, emociones, amistad... Y últimamente, alguna opinión relacionada con esa pandemia que estamos viviendo.
Ayer me dio la suya a propósito del confinamiento decretado en nuestra ciudad. Él considera que cualquier cierre perimetral sirve de poco, que suena más espectacular que efectivo, que sería mejor incidir en el cumplimiento de las medidas preventivas, en la limitación de aforos, en evitar situaciones de riesgo como las fiestas o reuniones sin protección. Al preguntarme al respecto, le indico que como técnico ya dejé claras mis impresiones allá donde procedía.
Después se cuestionó porque en nuestra Comunidad, a diferencia de en otras, se permite que haya centros docentes con jornada partida -horario de mañana y tarde-, en los que se duplican los momentos de riesgo -como entradas y salidas- y se obliga a los niños a llevar su mascarilla durante más tiempo. Y aunque nuestra Consejera afirme que no está demostrado que esa jornada influya sobre la incidencia de la COVID19, tampoco demostramos lo contrario. En tales circunstancias, ¿por qué nadie actúa de oficio? ¿No resultaría oportuno aplicar el principio de precaución sin asumir ningún riesgo potencial? Entonces respondo a Nicasio que preferimos no posicionarnos para evitar influir sobre el resto de los padres.
Finalmente se pregunta cómo es posible que un protocolo validado por la Dirección de Educación de nuestra provincia diga literalmente que en caso de exención es condición imprescindible que el alumno presente un certificado médico donde, explícitamente, se aluda a la exención del uso de la mascarilla durante todo el periodo lectivo, cuando los colegios oficiales de médicos han reiterado a sus asociados que la emisión del mismo no es su responsabilidad. ¿Cómo puede exigirse un documento que resulta casi imposible de conseguir? Ciertamente parece de locos, mas prefiero acogerme a que al ser de Sanidad, esa no es competencia mía.
Al despedirnos con la mano sobre el pecho, Nicasio asegura que yo sería un político estupendo. Le he escuchado atentamente sin mojarme en mi opinión. Y lo mejor: está convencido de que -aun sin llevar razón- muchos me harían caso.
Tras ese adiós sentido, me repito a mí mismo que él sería un epidemiólogo extraordinario. Expuso en modo conciso cada argumento, e incluso se implicó emocionalmente en defenderlos. Lo malo es que estoy convencido de que -aun estando en posesión de esa verdad- no todos le harían caso.

2 comentarios:

Musan dijo...

La mascarilla rima con pesadilla. No veo a corto plazo más salida que esperar y aguantar a que el/la Covid 19/20...no llegue a 21.Es mi deseo y mi sueño. Sería el mejor regalo para la próxima Navidad.

Charo Mayo Pérez dijo...

En tiempos de crisis, afloran las incertidumbres, los miedos, las dudas y por supuesto;el qué se debería hacer para solucionar tal o cual problema. Como bien dices, querido Manuel, ni políticos, ni sanitarios, ni padres, ni por supuesto, nosotros los docentes. Inmersos en un mundo vida, llamada comunidad educativa, las certidumbres no existen. Cada día afrontamos cambios de toda índole, intentando afrontar esta crisis de la mejor forma posible. Confluyen órdenes de la Consejería de Educación y de Sanidad, las preocupaciones fundadas de los padres, las dudas de los alumnos, las propuestas del profesorado, del personal laboral y de la sociedad en general. Difícil y ardua tarea. Del Covid, nos queda mucho que aprender y cientos de preguntas por descifrar. Algo queda claro, todos y cada uno de nosotros ponemos nuestro granito de arena. Paciencia y mascarilla.