miércoles, 16 de diciembre de 2020

Mi tía Felipa, in memoriam

De pequeño, cuando viajábamos en verano a su querido Burgo de Osma, se deshacía en atenciones con nosotros. Además, como niño y a pesar de los reveses de la vida, siempre la percibí divertida... A pesar de sus achaques, el día del adiós de mis padres viajó esos trescientos kilómetros de propio para despedirles a ellos, para acompañarnos a nosotros. Recuerdo perfectamente tanta ternura en su abrazo, aquel taxi suyo aguardando a la salida... Cuando regresamos a su pueblo para presentarle a nuestro Principito, volvió a hacer gala de un cariño inmenso, siendo otra vez de lo más hospitalaria. Tras compartir que en el hogar de mayores jugaba con sus amigas a una especie de bingo y que le había tocado la tarde anterior, nos regaló un vestido para el chiquillo.
Sabía que últimamente no estaba bien de salud, pero tampoco esperaba el desenlace que hoy ha compartido nuestra prima. En este año de tantas despedidas, se ha ido mi tía Felipa; una de esas personas -tan sencilla como extraordinaria- que componen la nómina de nuestra vida. 
Mil gracias de corazón por haber sido como siempre fue. Ahora, descanse en Paz.

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