De siempre me ha gustado el deporte de base, asistiendo desde niño a partidos de categorías inferiores en distintas disciplinas. En ellas asienta la auténtica razón de la práctica deportiva, alejada todavía de los intereses que sobrevuelan a los mayores. Así, si hablamos de fútbol, presumo de haber visto siendo juveniles a jugadores que luego serían internacionales como Villarroya, Milla o el mismísimo Pujol.
Últimamente, como seguidores de nuestro hijo y de su equipo Infantil, el Abanca Ademar León, acostumbramos a acompañarle en sus encuentros de la liga regular del Campeonato de Castilla y León de Balonmano -Territorial, Grupo A-. Me confieso un aficionado tranquilo, que aplaude las buenas jugadas sean de quien sean y -por supuesto- los goles a favor. Y es que, también desde la grada, podemos contribuir a inocular ese valor llamado respeto.
Esta mañana hemos acudido al pabellón municipal de Sariegos para disputar otro derbi leonés contra el club IFS. Balonmano Sariegos, ubicado también en la parte alta de la clasificación. Ha sido un envite muy reñido, igualado hasta su último tramo, con acciones bien trenzadas y mucha emoción sobre la pista. Ganaron los locales; en mi opinión, justamente. Tras el pitido final, jugadores y técnicos se saludaron con deportividad entre los aplausos de ambas aficiones. Y es que hemos asistido a otra fiesta -una más- del Balonmano de base en nuestra provincia.
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