El efecto bumerán

Siempre que las circunstancias lo permiten, he procurado llevar a nuestros hijos a aquellos actos solidarios en los que iba participando. Así, tanto uno como otra han sido mis ayudantes en cada sesión de cuentacuentos que realizaba en guarderías, residencias de mayores, festivales benéficos o cualquier evento que resultara de paso acorde para su edad.

Mañana miércoles 4 de enero, a eso de las cinco de la tarde, tendré otra de esas sesiones en la sede leonesa del Teléfono de la Esperanza, a la que ninguno de los dos podrá acompañarme... No tanto por el escenario -siempre cercano, siempre acogedor- como porque, también mañana, Manuel tendrá su primer evento altruista al margen nuestro, participando con su profesor y compañeros de Conservatorio en un concierto de Trombón para el personal del Hospital de Santa Isabel. Justo el mismo en el que, hace unos meses, yo realizaba otro cuentacuentos que -por la entrega del público asistente- difícilmente olvidaré.

Y es que a estas alturas de mi vida ya no sé si esa solidaridad se hereda o se contagia... Me basta con que aprendan que tiene un efecto bumerán impresionante: todo cuanto das, te acaba volviendo.