La noche del pasado 5 de enero, como cada Noche de Reyes desde hace casi veinte años, dediqué un tiempo a empezar la que será mi siguiente obra. Sin embargo, en esta ocasión hubo cierto cambio respecto a las anteriores: aun siendo un apasionado del cuento, se trata de otra novela que transcurrirá entre dos épocas distintas. Y solo daré una pista: al igual que sucediera en Mi planeta de chocolate (Ediciones Irreverentes) y siguiendo el consejo del segundo de mis editores, uno de sus protagonistas es un niño expósito.
No será mi primera incursión en este género literario, donde ya publiqué en su día aquellos Siete paraguas al sol (Ediciones Irreverentes), con los que luego obtuviera el VI Premio Nacional de Novela Ciudad Ducal de Loeches... pero sí seré novicio en escribir una historia que no se sostenga entre relatos.
Aun cuando este reto pueda absorbernos más tiempo, seguiré vinculado a tal género literario que me diera tantas alegrías: realizando mis sesiones de cuentacuentos, presumiendo de haber tenido las mejores lectoras para cada creación, promocionando esos Cuentos de Carbón (Mariposa Ediciones) que conservan la estela de nuestro querido Lolo, y dando visibilidad a mi próximo libro de cuentos que -si todo discurre según lo acordado- pronto batirá con creces nuestros registros actuales de edición, lectura y distribución.
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