Si dicen que todo aficionado al deporte es de dos equipos de fútbol -del de su localidad y de uno de los grandes-, en mi casa somos de dos equipos de balonmano: del Abanca ADEMAR León, por ser emblema de nuestra ciudad y jugar Manuel en su categoría infantil... ¡Y del Balonmano Casademont Zaragoza, por ser el club de mi ciudad natal! Uno de liga Asobal y otro de la Primera Nacional Masculina.
Seguir al primero nos resulta fácil, pues a fin de cuentas vivimos incluso cerca del Palacio de los Deportes donde compite... Y seguir al segundo también pues, aun en la distancia, nuestro hijo está pendiente de sus encuentros, de cuándo lo televisan a través de Internet o de cualquier otra incidencia que tenga que ver con ellos. No en vano, gracias a él, soy de los primeros en enterarme de cómo ha acabado su partido en cada jornada. En la última, ganamos de uno en la difícil cancha de Ipurúa para mantener el segundo puesto de la clasificación. A cambio, yo le comparto detalles de mi afición juvenil, como los de aquella final de la Copa EHF, a la que asistí en el Pabellón Príncipe Felipe, del Balonmano Aragón -por entonces, primer club mañico- contra el todopoderoso Magdeburgo alemán.
Quizá por ello, su regalo de cumpleaños de la temporada pasada fue una camiseta roja, con ese león en el escudo, de la que presume en tantos entrenamientos... El de este, será una entrada para animarles en directo en alguno de sus partidos, sobre todo si acaban jugando la fase de ascenso.
Y quizá por ello me diga también que, si alguna vez la vida nos acaba devolviendo a Zaragoza, estaría encantado de formar parte de su plantilla.
Entre tanto, continuaremos disfrutando de un deporte tan noble como el Balonmano, animando a nuestro ADEMAR en casa, disfrutando de ese campeonato infantil de Castilla y León al que en buena lid aspiramos... Y, por supuesto, deseando lo mejor a nuestro Casademont Zaragoza; aunque estemos a casi 500 kilómetros de su vestuario.
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