(R): El poder
terapéutico de la palabra resulta incuestionable y es tan antiguo como la
propia Historia de la Humanidad. Escuchar cuentos, además de un entretenimiento
o una forma de evasión, puede servir para ejercitar la memoria, estimular la
imaginación y creatividad, fortalecer la atención, promover el
autoconocimiento, aumentar la sensación de bienestar, reducir tensiones, aliviar
el dolor, establecer vínculos… así como para transmitir valores o ideas
positivas. Y siempre sin restricciones de edad porque, parafraseando a ese otro
médico cuentista llamado Jorge Bucay, los cuentos sirven para dormir a los
niños y, sobre todo, para despertar a los adultos.
(P): ¿Cómo se seleccionan los cuentos para cada sesión?
(R): Una vez
establecida la población sobre la cual actuar, elegimos entre una batería de
relatos aquellos que más faciliten la consecución de los objetivos propuestos.
Otro tanto sucede con la escenografía que acompaña a cada uno. Así, por
ejemplo, para abordar la aceptación de uno mismo narramos “Carmelo, un niño sin
sombra”, de Fernando León de Aranoa… para afrontar la muerte de un ser querido,
“Cartas al cielo”, de Mª Pilar Moros… para trabajar la amistad, “El cielo y el
infierno”, de Paulo Coelho… En todo caso, damos especial importancia a sorprender,
no ser repetitivos, fomentar la participación, no parecer demasiado largos… Y,
siempre que podamos, compartiendo ilusión.
(P): ¿Qué impacto ha tenido la iniciativa en los pacientes?
(R): En principio,
la aceptación de tal iniciativa está siendo muy favorable en cada una de las
Unidades/Servicios en los que hemos intervenido. De hecho, muchos se sorprenden
de su dinámica, de la forma que tenemos de llegar. También valoramos
positivamente la implicación en su desarrollo del equipo directivo del CAULE y
del personal de dichas Unidades/Servicios. Y es que la Humanización de la
Asistencia Sanitaria es, claramente, un objetivo de todos.
(P): ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los pacientes?
(R): El mismo que les diría cualquiera de los personajes de cualquiera de mis cuentos: la suerte no está en lo que nos pasa, sino en cómo lo vivimos… Y que, como les indicaría otro, antes que optimistas (verlo todo desde una perspectiva favorable) preferiría que fueran positivos (extraer de cualquier realidad, por dura que sea, aquellos aspectos que nos puedan reforzar).
(R): El mismo que les diría cualquiera de los personajes de cualquiera de mis cuentos: la suerte no está en lo que nos pasa, sino en cómo lo vivimos… Y que, como les indicaría otro, antes que optimistas (verlo todo desde una perspectiva favorable) preferiría que fueran positivos (extraer de cualquier realidad, por dura que sea, aquellos aspectos que nos puedan reforzar).
(P): ¿Alguna anécdota interesante?
(R): Al concluir
una de las sesiones de cuentacuentos realizadas en el Hospital de Santa Isabel,
cierto oyente se nos acercó emocionado para darme las gracias porque hacía
mucho tiempo que nadie le contaba un cuento… ¡Y más uno que en esos momentos
realmente necesitaba!
En otra
ocasión, en el Servicio de Pediatría, una niña trató de convencernos con
sus palabras de que esos cuentos que acababa de escuchar eran tan curativos
como las medicinas: “Con ellos se te quitan los dolores, te encuentras más
animada, te hacen sonreír… Y todo, ¡sin efectos secundarios!”.
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