Manuel tocó en primer lugar la Suite de Danses, de Johann Pezel, para cerrar su actuación con Sang till Lotta, de Jan Sandström. Y lo hizo francamente bien, siguiendo el ritmo, marcando las pausas, conjuntándose con el piano, estando tranquilo y sabiéndose feliz. Esto último puedo asegurarlo porque, después de escucharle en tantos conciertos, interpreto perfectamente su lenguaje no gestual.
Ciertamente, resultó una sesión extraordinaria en la que esos pequeños grandes artistas nos llegaron a emocionar. Y es que, parafraseando a Albert Einstein, si no fuera médico, probablemente sería músico. A menudo pienso en Música. Siento mis sueños en Música. Veo mi vida en términos musicales. No puedo asegurar si habría compuesto una pieza creativa de importancia en la Música, pero sí sé que una de las cosas que me da más alegría es oír tocar a mis hijos.
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