Lo afirma Howard Gardner, profesor en la Universidad de Harvard, neurocientífico de primer nivel y autor de la teoría de las inteligencias múltiples: "Una mala persona no llegará nunca a ser buen profesional. Tal vez tenga pericia técnica, pero no será extraordinaria... La excelencia solo se alcanza si vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Y eso exige ética".
Suscribo una a una esas palabras, aunque con ciertas matizaciones que me ha enseñado la vida.
Porque en ella he aprendido que esas "malas personas" pueden alcanzar ciertos puestos de responsabilidad y ser incluso tus jefes. Yo he tenido dos así a lo largo de mis años de profesional. El primero era uno de mis tutores cuando realizaba la especialidad de Medicina Preventiva. Le faltaba corazón y le sobraba codicia. En cierta ocasión, le pillaron llevándose a casa incluso los rollos de papel higiénico que habían dispuesto en su baño. Resulta evidente que alguien así podrá tener mando, mas nunca será un líder.
El segundo fue en su día mi jefe de personal. A priori, cuidaba más las formas... pero en el fondo no tenía empatía alguna, ni diálogo más allá de sus imposiciones.
Curiosamente, ambos poseían una autoestima desproporcionada, creyéndose superiores a no sé muy bien qué, envidiando tus logros en vez de celebrarlos y presumiendo sin tapujos de ser un ejemplo para los demás... cuando si eran ejemplo de algo es de cómo no se debe ser.
Por eso, parafraseando la cita de Howard Gardner, "una mala persona no llegará nunca a ser buen profesional... pero ¡cuidado no sea tu jefe, porque quizá tampoco te lo deje ser a ti!".
Eso sí, hay otra frase de este genial profesor que hago mía sin más precisiones: "Sin ilusión la vida se queda en obligación". Y esa ilusión, nadie nos la podrá quitar.
martes, 19 de abril de 2016
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