En mi familia amamos la Música. El hecho de que mi mujer pertenezca a ese mundo me ha permitido conocer dicho arte, descubrir que sus límites no acaban en el pop, tener amigos virtuosos en distintos instrumentos, esperar con impaciencia ese final de curso en el que mi pequeño Manuel dará su primer concierto de piano... He aprendido a sentirla, a respetarla y -como a todo lo que amas- a defenderla.
Bajo esta premisa, descubro con sorpresa e indignación que la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de León han llegado a un pacto, "sin consultar a ninguno de los usuarios y sin informes técnicos que lo avalen", para trasladar el Conservatorio Profesional de Música de León a las entrañas del campo de fútbol, en unas instalaciones que no reúnen las condiciones apropiadas (inicialmente estaban pensadas para oficinas) y en una zona retirada de la ciudad (los comerciantes del rastro no quieren trasladarse allí por lo alejado del lugar). Los cuatro millones de euros que se han presupuestado para corregir sus deficiencias parecen más un mal remiendo que una buena solución.
El acuerdo previo para construir un nuevo Conservatorio en un entorno educativo, próximo al campus universitario y a un instituto, diseñado con las debidas necesidades estructurales y acústicas que tal edificio requeriría, ha quedado en papel mojado.
Todos los amigos relacionados con la Música a los que he consultado (profesionales y docentes de primer nivel en muchos casos, además de algunos padres de sus alumnos) califican esa decisión de despropósito. A ellos que son quienes saben, nadie les ha preguntado, con el riesgo de daño irreparable que tales arbitrariedades podrían causar a nuestra Cultura (al igual que ha sucedido en otros ámbitos que conozco, como el de la Investigación). Y eso es lo peor: por muy político que uno sea resulta difícil que tome decisiones acertadas si no conoce aquello sobre lo que está decidiendo. Porque, tristemente, lo de amarlo ya lo damos por perdido.
miércoles, 13 de abril de 2016
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2 comentarios:
Manuel, aunque no seamos entendidos en música, me atrevo a decir que todos amamos la música. Pero, aunque no fuera así, es tan de sentido común que los bajos de un campo de fútbol es el sitio menos inapropiado para ello, que es incomprensible que estos políticos sean tan torpes para ni siquiera pensar en ello.
Silván, al igual que la mayoría de sus concejales, vive de la política y si seguimos presionando con firmas y de más actos, rectificaran, pues tienen que seguir comiendo la "sopa boba" después las próximas elecciones y...tres años pasan muy rápido.
Mil gracias, Loli, por tu comentario. Lo valoro mucho.
Tal y como he expresado (y seguiré manifestando mientras no nos demuestren lo contrario), esta decisión me parece un despropósito.
En cualquier caso, creo que somos muchas las personas que pensamos así.
Nos seguiremos leyendo.
Mil sonrisas.
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