Mi hermano, desde su taxi. En las puertas del coche ha lucido la publicidad de mis libros, entre cada tarjeta de RadioTaxi siempre deja alguna anunciando nuestro blog... E incluso más de una vez me ha telefoneado cuando llevaba a algún cliente que ya me había leído.
Mi hermana, desde la peluquería en la que ha trabajado. Allí, entre tintes y mechas, a menudo queda tiempo para recomendar a su escritor favorito. Aunque sea pasión familiar, alegra saber que mis obras han sido aguinaldo navideño o detalle sin más para tantas de sus clientas.
Por eso hoy, a las puertas de la presentación del que será mi noveno libro -Cuentos de Carbón, publicado por Mariposa Ediciones-, sé que cuento nuevamente con su apoyo. Y a la vez que les doy las gracias, advierto por si acaso a mis lectores mañicos: si algún taxista o alguna peluquera les habla allá con pasión sobre mis relatos, trátenles con afecto. Además de ser buenos profesionales y mejores personas, me da en la nariz que también son mis hermanos.
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