En ese viaje que hicimos en agosto a aquella capital de fantasía, descubrí a mi hija grabando pequeños vídeos y explicando los pormenores de cada lugar. Ciertamente me sorprendió. Primero, porque en casa procuramos limitar el uso de la tecnología y desconocía que tuviera tal habilidad. Segundo, porque lo relata sencillamente genial... Y aunque confundiese el Arco del Triunfo de allí con el Arco de la Cárcel de aquí, he de reconocer que -si bien solo durante vacaciones- parecía una auténtica youtuber.
Algo similar me ha pasado a mí en estos últimos días, tras constatar que mi entrada titulada 125 cuentacuentos después ha recibido casi 5.000 visitas. Es cierto que le dimos difusión entre todos nuestros amigos, pero también lo es que nunca esperamos que multiplicara por diez la media de este blog.
De vuelta a clase, ambos aparcamos nuestros sueños de youtuber para volver a la cotidianidad. Amalia a sus clases, a sus juegos, a muchos amigos... Yo a la Medicina Preventiva y mi Literatura. A esos palíndromos, a aquellos cuentos, a decálogos como este, extraído de mi novela Siete paraguas al Sol (Ediciones Irreverentes), sobre los que seguiremos cimentando nuestras bases, a ser posible lejos de tales redes.
1. No hay cambio bueno con prisas.
2. Aceptar el miedo te hace más fuerte.3. Solo podrán vencerte si te das por vencido.
4. La salud es como las fortunas; la única manera de conservarla es no malgastarla.
5. Cuando vienen mal dadas, sacamos lo mejor que hay en nosotros.
6. No existe peor obligación que la que uno mismo se impone.
7. Cuanto repetimos con frecuencia, lo acabamos vaciando de sentido.
8. Nunca combatas demasiado tiempo con un mismo rival.
9. No te tomes tan en serio. Nadie más lo hace.
10. El amor es un misterio que se nos va revelando a lo largo de la vida.
Y ese epílogo que define a la perfección nuestra estancia en esa ciudad: ¡que ante tanta realidad virtual, no nos olvidemos de vivir!
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